La sociedad de los hambrientos rigurosos
Al hambre incumben tanto las ganas de comer como la escasez de alimentos básicos y la miseria que rodea esta situación.
Al hambre incumben tanto las ganas de comer como la escasez de alimentos básicos y la miseria que rodea esta situación.
¿Quién dijo que el imperialismo, con sus disfraces y otras vestiduras, se había extinguido?
A propósito de la carrera laboral del señor Ricardo Roa, a quien el gobierno del cambio le ha asignado no pocas responsabilidades y cuyo actuar desencadena, a su vez, no pocos interrogantes.
La del ministro es, en últimas, una irreverencia inane, absolutamente funcional a Washington, pues mantiene a Colombia sumida en el atraso educativo, reforzando su condición de neocolonia.
Los caficultores colombianos preguntan por qué con estos precios al alza, la prosperidad no llega a las zonas cafeteras, ni a sus fincas.
Buscaba suplir el déficit del Presupuesto del 2025 cercano a los $20 billones de pesos, donde $18 billones son para el pago de la deuda.
Frente a análisis que decretan el fin del libre comercio y la globalización neoliberal dominada por Estados Unidos, SOBERANÍA reproduce esta columna del profesor Guillermo Maya, publicada originalmente en La Silla Vacía.
Hoy, luego de dos años y tres meses de la llegada del Gobierno de Gustavo Petro, el 36,5 % de los hogares en Colombia pasan hambre.
El Gobierno Petro convierte el derecho de los colombianos a acceder a educación superior de calidad en un nuevo nicho para el aumento de la tasa de ganancia del capital financiero.
Uno de los mayores logros de Petro ha sido terminar de enterrar la coherencia política, a cuya pérdida han contribuido, desde luego, todos los partidos tradicionales y los dirigentes más corruptos de este país en los últimos ochenta años.