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Alberto Morales Gutiérrez

Abogado de la Universidad de Caldas, publicista y experto en comunicación estratégica, con más de 30 años de experiencia. Director de MoralesCom. Autor de ‘Comunicación perceptual’ y otros libros. Ha sido docente universitario y columnista de opinión en varios medios de comunicación.

El factor “Petrodetti”

Uno de los mayores logros de Petro ha sido terminar de enterrar la coherencia política, a cuya pérdida han contribuido, desde luego, todos los partidos tradicionales y los dirigentes más corruptos de este país en los últimos ochenta años.

Ya se sabe que el señor Armando Benedetti se ha instalado en una oficina cercana al despacho presidencial y que ha empezado a oficiar como asesor del primer mandatario de la nación. Se informa que servirá, además, de enlace con el Congreso.

Fue una noticia intempestiva que sorprendió a ministros del gabinete y miembros destacados del Pacto Histórico que, al igual que el resto del país, no podían asimilar las razones de ese nombramiento.

Es fácil entender la sorpresa y la indignación de todos ellos. El señor Benedetti es impresentable, indefendible, inaceptable. Un crápula en el más estricto sentido de la palabra; un personaje detestable de esos cuya vulgaridad extrema, ordinariez inexcusable y ausencia total de ética y moral, hace que la gente le huya. Sus viejos copartidarios, a quienes ha traicionado una y otra vez, temen ser vistos a su lado. Es archiconocida su práctica de saltos recurrentes de partido a partido, de grupúsculo a grupúsculo, de organización a organización. 

Gustavo Petro y Armando Benedetti en 2021 durante la precampaña presidencial. Fotografía tomada de La Silla Vacía.

Vicioso confeso, desfachatado, violento, “sub iudice“; nadie quiere ni se atreve a juntarse con él, salvo el máximo dirigente del gobierno del cambio.

¡Mayor incoherencia no se puede concebir!

Debo decir que duró muy poco la indignación de los ministros y los dirigentes del Pacto que se pronunciaron. Ya han entrado todos en un estado de resignación beatífica y las aclaraciones se dieron casi que de inmediato. Gustavo Bolívar dijo que “sí hubo una reunión, pero están distorsionando el objetivo. No era una rebelión, sino simplemente unas consultas que queríamos hacerle al presidente. Estábamos preguntándole en calidad de qué viene (Benedetti) nada más y ya nos dio una respuesta: que viene a ser como un enlace con el Congreso y ya”. Bolívar se apresuró a destacar que quedó satisfecho con la respuesta.

Tal vez uno de los mayores logros de Petro ha sido terminar de enterrar la coherencia política, a cuya pérdida han contribuido, desde luego, todos los partidos tradicionales y los dirigentes más corruptos de este país en los últimos ochenta años.

El elector común, el de a pie, cuando decide votar, lo hace por las promesas del candidato; por los compromisos que ese candidato adquiere; por su programa. El elector aspira a que la integración de esas variables que configuran también valores, se conviertan en el país con el que el elector sueña. La gente, votó porque todo iba a cambiar. Esa era una aspiración legítima, luego de las frustraciones desencadenadas por los sucesivos gobiernos que los han engañado desde siempre.

Petro y Benedetti en 2022 durante la campaña presidencial. Fotografía tomada de la página de Facebook de Armando Benedetti.

A veces, me parece conmovedor el esfuerzo argumental con el que petristas amigos míos, defienden los desaguisados de las alianzas del Pacto. La manera como tratan de organizar las ideas para demostrar que se trata de “sapos” que hay que tragarse para el logro de los objetivos supremos del cambio. La forma como me miran cuando argumentan sobre el “pragmatismo político”. Su esfuerzo por demostrar que los asaltos al erario, los robos continuados, los negociados oscuros que han cometido funcionarios nombrados por el gobierno y que provienen de las filas del Pacto, son hechos que -dicen ellos- empezaron a fraguarse desde mucho antes por la oligarquía. Su manera de entender, por ejemplo, que la decisión de apoyar al nuevo procurador fue “para detener a Vargas Lleras”, como si hubiese alguna diferencia entre los candidatos enfrentados y como si la bancada de Cambio Radical, la de Vargas Lleras, no hubiese votado en esa misma elección por el mismo Gregorio Eljach, quien hizo una moñona con los votos de los unos y de los otros. Finalmente los apoyos minúsculos que sacaron los dos candidatos restantes, parecen haber sido una puesta en escena, nunca una decisión de bancada. ¿A alguien le cabe en la cabeza que la gestión de Eljach va a ser diferente a la de Margarita Cabello y a la de todos los procuradores que la antecedieron?

El problema es que el “sapo” con Benedetti no tiene de dónde adherirse, ni con quién justificarlo. Ese personaje no representa los intereses de nadie del establecimiento oligárquico a quien haya que neutralizar con su presencia. Trabaja para su propio beneficio.

El profesor español Alberto de Lucas, hace una reflexión muy interesante cuando habla del incumplimiento de la promesa electoral por un partido o por un candidato. Actuar en forma contraria a lo anunciado, “buscar la mayoría o el consenso a costa de esos valores implícitamente manifestados, no solo es un acto de incoherencia, sino de traición a sí mismo y a sus principios (y un político sin principios es un político corrupto) que traiciona y desconcierta a sus votantes”.

Gustavo y Armando en 2022 durante la campaña presidencial. Fotografía tomada de La Silla Vacía.

Claro, la coherencia es incómoda y ya no le gusta a casi nadie. ¿Para qué sirve la coherencia?, se preguntan, cuando lo que debe primar – dicen- es ser “prácticos”. Pero no, la coherencia, como dice Esther Trujillo, es más que un valor, es un metavalor que se sitúa en un plano superior. “Es algo transversal que empapa o debe empapar los valores del siguiente nivel”.

Hay que ver a Petro engolosinado, hablando en público de justicia, de equidad, de humanidad; pontificando sobre la vida, la honradez, el respeto; palabras todas en las que anida una visión ética del mundo, mientras en la práctica inunda de vacuidad su discurso y sus promesas, cohonestando, entre otras múltiples barbaridades, con un personaje tan deplorable y anti-ético como Benedetti.

Petro, Benedetti y Laura Sarabia el 25 de noviembre de 2024 en la Casa de Nariño. Fotografía tomada de La Silla Vacía.

¿Ese acto es un referente de qué?, ¿alguien puede afirmar que tal contubernio ofrece seguridad de criterio? No. Ese desatino genera confusión, incertidumbre, incredulidad.

La doctora Trujillo lo explica muy bien: “con la persona coherente uno sabe a qué atenerse, uno sabe qué puede esperar y qué no”. Lo decisivo es que con la persona incoherente ocurre exactamente lo mismo. Eso que yo llamo “el factor Petrodetti“, esclarece de manera nítida una idea de lo que podemos esperar y a qué podemos atenernos.

Ni siquiera la fe del carbonero, que se ha puesto tan de moda en los fervores políticos de nuestro país, está en capacidad de cubrir con su manto de certezas, un despropósito como el que el gobierno del cambio está cometiendo.

El factor “Petrodetti”. Collage de fotografías realizado por el Periódico SOBERANÍA.

Columna de opinión tomada de Al Alberto. En contravía (La tribuna de expresión de Alberto Morales Gutiérrez).
Publicada el 29 de noviembre de 2024.

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Abogado de la Universidad de Caldas, publicista y experto en comunicación estratégica, con más de 30 años de experiencia. Director de MoralesCom. Autor de ‘Comunicación perceptual’ y otros libros. Ha sido docente universitario y columnista de opinión en varios medios de comunicación.

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