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Periódico Soberanía

Periódico oficial del partido Colombia Soberana.

Reseña del libro ‘Transición energética: necesidad, negocio, utopía’

Colombia solo emite 0,53 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial. Los países que más contaminan tienen mayor responsabilidad.

El libro ‘Transición energética: necesidad, negocio, utopía (Ediciones Aurora, 2024), escrito por el analista económico Aurelio Suárez y el profesor Juan Antonio Escobar, estudia la economía política que supedita la cuestión de la energía en el mundo y en Colombia. Está estructurado en tres capítulos: La “necesidad” de la transición energética; La transición energética como negocio y La transición energética total es una utopía. Mediante el método catequético ―una serie de preguntas cuyas respuestas llevan al lector a la pregunta siguiente y hacen más fácil la lectura―, los autores postulan que todo cambio energético está asociado a una geopolítica determinadaque favorece los intereses de unos grupos y sectores económicos y tiene la peculiaridad de cargar los costos sobre otros” (p.67).

Los autores presentan un punto de vista disruptivo que se aparta de discursos tremendistas, ligados a las vertientes más extremistas del ecologismo contemporáneo, no pocas veces influidas por el neomalthusianismo. Tampoco se adscriben al negacionismo, que en Estados Unidos y en Brasil, tuvo cierta notoriedad en los gobiernos de Trump y Bolsonaro, respectivamente, pero que en Colombia nunca encontró eco. Invitan al lector a descreer de una retórica “verde”, impulsada por gobiernos como el de Gustavo Petro, que se difunde en cumbres multilaterales y medios de comunicación y que oculta que el modelo de la transición energética obedece en realidad a lógicas corporativas.

Colombia debe priorizar adaptación

Los pronósticos más elaborados señalan que es casi imposible que se cumpla la meta del Acuerdo de París: evitar que la temperatura media mundial se incremente por encima de los 2 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales. Lo más sensato para países como Colombia es priorizar acciones de adaptación, como prácticas agroforestales, gestión de tierras de cultivo y eficiencia en sistemas ganaderos (pp.54-55) que nos preparen para el calentamiento inminente. Sin embargo, lo que se prioriza en la agenda de los gobiernos del llamado tercer mundo, contrario a toda lógica, son los grandes proyectos de la transición energética (una de tantas opciones posibles de mitigación, orientadas a evitar el calentamiento del globo), cuyas tasas de retorno resultan muchos más promisorias para el gran capital.

Los autores junto a Manuel Rodríguez Becerra y Elizabeth Beaufort Camargo, durante la presentación del libro en la FILBo 2024.
Fotografía por: Liliana Álvarez.

En el libro se presentan tres ejemplos de grades proyectos ligados a la transición energética: los parques solares de Ecopetrol, en los que la empresa estatal renuncia a un proyecto propio para asignarle a la transnacional norteamericana AES un jugoso contrato para la provisión de energía durante 15 años (p.114); los parques eólicos de La Guajira, en el que se colma de incentivos tributarios a multinacionales, e incluso, se aceleran las consultas previas a fin de que las comunidades de la zona no entorpezcan los proyectos (pp-114-115) y la producción y exportación de hidrógeno verde, en donde la compañía alemana Siemens y el instituto Fraunhofer, se quedan con la parte más rentable del negocio (p.118). Así, “el modelo que se está esbozando es uno donde Colombia aporta, como ha sido siempre en la historia del país, los recursos naturales básicos, viento y agua, al proceso de manufactura en que la propiedad intelectual de la tecnología permite a quienes la monopolizan captar las mayores rentas fruto del valor agregado” (p.119).

Por otro lado, los minerales requeridos para infraestructuras y baterías que posibilitan el aprovechamiento de las energías renovables, dentro de los que se destacan el cadmio, el cobalto y el litio, se encuentran dispersos a lo largo del globo, por lo que “podrían desatarse nuevas tensiones geopolíticas por su control” (p.165). Tal es el caso de la República Democrática del Congo, en donde se concentra 65 % de las reservas de cobalto, motivo de disputa entre China, Estados Unidos y la Unión Europea. “A esta nación africana se le especializa como exportadora de metales a bajo precio con pocas emisiones de carbono” (p.169). Mientras que la inversión extranjera directa crece de manera notable en el Congo, 70 % de la población vive con menos de 2,15 dólares al día. 

Cumplir con los objetivos del Acuerdo de París sería posible si lo que primara en el planeta fuera la cooperación entre países, pero eso no es factible en los tiempos del capitalismo financiero, en el que unos países les imponen su voluntad a otros, ya sea mediante la demagogia o la fuerza. La misma ONU advierte que “los recursos naturales causaron más del 40 % de las guerras de los últimos sesenta años” (p.166).

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