
Remesas de los colombianos en el exterior salvan el déficit del Gobierno
Las remesas pasaron de 1.578 millones de dólares en 2000 a 4.093 en 2016; superaron los 10.100 en 2023 y van para 11.000 en 2024, con 960, el récord histórico mensual en mayo.

Las remesas pasaron de 1.578 millones de dólares en 2000 a 4.093 en 2016; superaron los 10.100 en 2023 y van para 11.000 en 2024, con 960, el récord histórico mensual en mayo.

Que la resistencia civil del sector lechero en la actual encrucijada sirva también para advertir las calamitosas secuelas que le traerá a Colombia la inicua Apep y que la opinión los respalde con firmeza.

Balance negativo del T.L.C. no es solo comercial, deuda pública creció a 64 % del PIB y la economía creció menos que en 12 años anteriores. Sigue la destrucción productiva de Colombia.

El déficit anual previsto en las cuentas oficiales será descomunal: del 5,3 por ciento del PIB, casi el máximo permitido en la regla fiscal. En la superolla.

El año 2024, en el que el déficit fiscal será de 5,3 por ciento del PIB, superior al 4,3 de 2023, se vislumbra igual o peor. Hasta Petro, el neoliberal, anuncia “colapso”, ¿cómo no, si continúa su histórico pacto con el FMI, el de una macroeconomía “adecuadamente restrictiva”?

Es una “reindustrialización” al compás de los TLC, de maquila con capital extranjero.

Desempleo, inflación y miseria se conjugan con el crecimiento negativo de la economía del -0,3 por ciento, y con la caída de la formación bruta de capital, de la inversión –pública y privada– en bienes y servicios, que decreció -33,5 por ciento, en la misma tendencia decreciente que arrancó en marzo.

El aumento del precio de los combustibles que, cuando diésel y gasolina lleguen a 15.500 o 16.000 pesos por galón, sustraerá de los presupuestos de hogares y empresas otros 70 billones sin regreso.

La producción agrícola estará sujeta a las normas de los TLC con la inicua competencia que conllevan, y la “reindustrialización”, orientada al mercado externo.

El Gobierno Petro, al adherir a un Alca versión 2.0, se abstuvo de renegociar el TLC, quebró su promesa de campaña y, al contrario, lo profundiza, reforzando así el alineamiento de Colombia con Estados Unidos.