Hoy se cumplen 30 años de la muerte de Francisco Mosquera Sánchez (Piedecuesta, Santander, 25 de mayo de 1941 – Bogotá, 1 de agosto de 1994), excepcional dirigente político que dedicó su vida a la transformación de Colombia.
Estudió a profundidad la situación de nuestro país y redactó una obra teórica que esclareció el quehacer para superar tantas injusticias. Rechazó con todo rigor la injerencia extranjera, comenzando por la de la superpotencia estadounidense, en los asuntos nacionales. Se opuso a los intermediarios de esa injerencia, criticó a los oportunistas de todas las orillas y propuso la resistencia civil como táctica.
A la par, realizó ingentes esfuerzos por construir un partido de los trabajadores, con capacidad de convocar y unir a más del 90 % de la población colombiana ―de distintos sectores socioeconómicos, incluidos los campesinos y empresarios nacionales―, en torno a la defensa de la soberanía, el fortalecimiento de la producción, el respaldo al trabajo y la conformación de una auténtica democracia, una nueva democracia.
En el trigésimo aniversario de su partida, Colombia Soberana lo recuerda con algunas de sus frases:
“Una política nacional y democrática es lo que necesita la Colombia de hoy”.
“Colombia es una neocolonia de los Estados Unidos”.
“La más apremiante necesidad es obtener el derecho a forjar el destino de la nación sin intromisión ajena”.
“El capitalismo de un país, en especial un capitalismo en ciernes como el colombiano, no logra desenvolverse y prosperar si no controla y protege su propio mercado”.
“Sacar a Colombia de la aflicción y convertirla en una nación soberana y próspera es una empresa de titanes”.
“El pueblo trabajador ha ido esclareciendo que para la conquista de sus caros objetivos, requiere de una anchurosa alianza con todos los estamentos sociales que resguarden la producción y la soberanía del país”.
“La transformación y salvación de Colombia no será obra de un solo grupo o partido o de una sola clase, sino del esfuerzo conjunto de todos a quienes nos indigne la situación actual del país”.
“Ellas hacen un esfuerzo superior al de sus compañeros de lucha, puesto que además de encarar los embates ideológicos y propagandísticos de la reacción predominante y las medidas punitivas de los custodios de la ley, han de sobreponerse con valentía a los prejuicios que sobre el llamado sexo débil campean casi sin omisión en todos los estratos de la sociedad”.
“No hay causa noble o vil que justifique el secuestro”.
“Las hazañerías de la extremaizquierda nada tienen que ver con una eclosión del descontento popular. Todo lo contrario. Intentan sustituir la actuación de las masas, pisotean los funcionamientos democráticos, ferian la vida de propios y extraños, alteran el desenvolvimiento civilizado de la confrontación política y dañan los bienes de utilidad pública”.
“¡Basta al terrorismo!”.
“Las luchas emprendidas a espaldas o a contrapelo de los deseos de las masas están inexorablemente destinadas a la derrota, por mucho que los combatientes sean personas valerosas y honestas”.
“Sin mano de obra barata no habrá neoliberalismo que funcione”.
“Los acondicionamientos constitucionales que se encuentran en camino no podrán menos de proporcionarles un marco legal apropiado a los oscuros incidentes arriba descritos y, por lo tanto, obedecen también a la colonización económica de la América pobre que los dueños de medio planeta impulsan en todos y cada uno de los aspectos del acontecer social”.
“Y con las ‘asambleas populares’, las ‘consultas populares’ y demás artificios ‘populares’, las cabildadas se terminan legitimando, igual en los tiempos de Bolívar que en los días preliminares al Frente Nacional”.
“La deuda externa acabó apuntalando su doble importancia como idóneo canal de extracción de la riqueza de los pueblos y como eficaz medio de imposición de medidas a los Estados, valga decir, el desvalijamiento y el vasallaje”.
“Los obreros no se oponen por concepción a los préstamos internacionales ni a la inversión foránea. Reclaman, eso sí, que ambas alternativas, de aplicarse, coadyuven en realidad al progreso de la patria. Lamentablemente la experiencia enseña otro panorama muy distinto. El sacrificio del endeudamiento, en vez de jalonar nuestra industrialización, la ha deprimido”.
“Además de encarecer la vida de la población de menores ingresos, los impuestos indirectos se convierten en talanqueras para la producción y el comercio”.
“La bancarrota de la industria nacional arroja a la calle a millares y millares de obreros, aumentando alarmantemente el monto de los desocupados”.
“La única línea válida de desarrollo para el pueblo colombiano: hacer valer lo suyo”.
“El cambio que propicie Estados Unidos, las realidades que pueda admitir, los derechos que se digne reconocer, las responsabilidades que decida asumir, las cosas que proponga conservar y las que acepte sustituir, no son más que las modificaciones requeridas para incrementar el saqueo de sus neocolonias, a tono con las nuevas situaciones que se vayan presentando”.
“Bajo la sojuzgación neocolonial y semifeudal cualquier conquista de las masas será efímera e incierta y la mejor democracia un perfeccionamiento de la expoliación”.
“No sujetaremos nuestra acción a las conveniencias de la hora, no sacrificaremos el programa, ni lo postergaremos en aras de conseguir ventajas transitorias”.
“El material de los barcos y el alma de los partidos no se prueban en la calma sino en plena tempestad”.
“El puesto de principal contradictor de la política oficial. Debemos atrevernos audazmente a ocupar ese puesto”.
“Las clases y partidos honestamente comprometidos en la empresa liberadora han de transar sus divergencias, deponer sus reclamos particulares excluyentes y ceder por el éxito de la causa común. La derrota del usurpador extranjero y de los apátridas lo demanda. El don preciado de la independencia de la nación lo exige”.
“El valor es hálito vital en todas las empresas desbrozadoras del progreso del hombre”.
“¡Por la soberanía económica, resistencia civil!”.
Ilustración por Carlos Parra (Panditx), exclusiva para el periódico Soberanía.