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Duberney Galvis

Docente universitario. Lic. en comunicación. Esp. Gestión Ambiental. Est. Mag en Desarrollo Rural. Columnista de opinión en El Diario ―el periódico de Pereira― y en La Silla Vacía.

En Colombia la agroindustria de la caña es atacada por el Estado

La actividad representa el 3% del PIB agrícola nacional, el 21% del Valle del Cauca y 12% del Cauca. Aporta a 286 mil empleos.

“El dulce es uno de los cinco sabores básicos, de los únicos aceptados por todas las culturas y etnias de la tierra como uno de los sabores más placenteros”.

Esbozo histórico

En el mundo y las américas el cultivo de la caña de azúcar está marcado por la historia de la colonización y las transformaciones culturales. En lo que corresponde al azúcar elaborado, las primeras referencias son del año 627 de la nueva era, hizo parte del botín del emperador romano Flavio Heraclio durante la conquista de Persia. Los procedimientos para producirlos seguirían guardados en Oriente como secreto de Estado hasta la expansión del imperio otomano, causante de que España y Portugal llevaran el cultivo a sus colonias mediterráneas. 

Endulzar con azúcar facilitó a los europeos el consumo de exóticos como el cacao, café y té, e hizo parte de la dieta de las élites europeas y americanas desde el siglo XVI, cabalgando sobre la esclavitud. Logró expandirse hacia el siglo XIX, cuando Francia explotaba a todo vapor su colonia en Haití. La industria popularizó el consumo, un triunfo del capitalismo sobre el feudalismo. Desde entonces las disputas coloniales de los europeos marcarían el sitial del mercado mundial azucarero. Carlos Azcoytia hace una buena síntesis del tránsito de la agroindustria, “de secreto de Estado a intereses de Estados: epílogo o renacer del negocio azucarero”. Entre tanto a Colombia, llegaría proveniente de las Antillas, traída por Pedro de Heredia a mediados del siglo XVI.

El carácter colonial subordinaría la producción a la exportación, aún después de procesos independentistas, como en Cuba, con un rol importante de grandes productores cañeros que apoyaron la expulsión de Fulgencio Batista. Marcaría esto su desarrollo en Colombia porque Estados Unidos, tras perder la isla, impulsaría la producción en países como el nuestro a partir de la década del 60. 

Mitos de la actividad cañera en los valles del Cauca

La caña es materia prima para la industria, consigue divisas y es alimento. Perdiendo esto de vista los primeros lances del petrismo fueron contra la propiedad de la tierra cañera atribuida a 12 ingenios; aclárese, de 241 mil hectáreas sembradas, 25% son de los ingenios y 75% pertenece a más de 4.000 cultivadores

Desconocen el valor agregado del monocultivo. Además de azúcar, se produce bioetanol, agroinsumos, energía, papel y alcoholes, muchos a partir de residuos. El bioetanol tiene un potencial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta un 86% y sirve como fuente para los sistemas de energía renovable. Entre tanto, la producción de energía a partir del bagazo de la caña, superó los 1.700 GWh a 2021, suficientes para abastecer a más de un millón de habitantes. 

La actividad representa el 3% del PIB agrícola nacional, el 21% del Valle del Cauca y 12% del Cauca. Aporta a 286 mil empleos directos e indirectos y 65 de cada 100 familias de los municipios cañicultores están vinculados económicamente con la agroindustria de manera directa, indirecta o inducida. Por cada empleo contratado en la fase agrícola, crean 0,71 empleos extra en la economía, y 4,33 en la fase industrial (Fedesarrollo/2019).

Agréguense los impuestos de industria, comercio y predial, son más del 60% de los ingresos propios en algunos municipios, mejorando la cobertura en educación, salud, empleo y PIB per cápita. Y es industria nacional, los ingenios cañeros son los que menos proporción de materia prima importada utilizan en los procesos productivos: 0,2% frente a 25% del promedio de la industria nacional según Anif. 

Un nicho obrero

Los ingenios constituyen un eslabón de progreso para la clase obrera que antes feriaba la mano de obra en la informalidad o condiciones propias de la pobreza rural. Allí tienen un grueso margen de reivindicaciones colectivas. Son aspectos que, por las relaciones y distribución de la producción, no pueden garantizar otros monocultivos importantes como el café. 

A contracara, aparece un rezago que impide el progreso de las naciones, la baja participación del trabajo en la renta nacional. En Colombia, entre 2002 y 2018, cayó de 48 a 37 de cada cien pesos y agroindustrias como esta impiden que sea peor.

Impactos medioambientales

Hay impactos agravados por causas globales a manos de las potencias mundiales. No obstante, este monocultivo tiene un variado inventario del uso de residuos, aprovecha casi todo y es un avance para las tierras que estuvieron ocupadas por ganadería extensiva. Entre las mayores huellas, las relacionadas con las quemas, de ahí las obligaciones identificadas.

La caña quemada, en comparación con la verde, facilita el manejo, rendimiento y la seguridad para los corteros. La transición tendrá efectos sobre el corte manual. Además, la maquinización total presionará los índices de compactación de suelos. ¿Cuál será el balance entre el número de máquinas y de circuitos? ¿Cómo ayudará el gobierno que no ha resuelto ni el desgaste de los suelos cafeteros? 

En cuanto a carbonización y bosques hay deficiencias, sin omitir variables a favor del cultivo como la captura y liberación de oxígeno. Los samanes, por ejemplo, ya solo abundan en las monedas de 500 pesos. Estos gigantes nativos sudamericanos, preservados en las instalaciones de los ingenios ―cobertizos de bodas recientes― deberían ser repoblados en vías y corredores ecológicos de las plantaciones para la fauna y abundancia de polinizadores como las abejas que encuentran en la caña una extensa fuente de alimentación. En esta senda, ayudará el acordado corredor biodiverso para el río Cauca.

Por lo demás, la variable medioambiental no puede excluir al ser humano cuyo marco de bienestar, deberes y derechos, derivan también de la garantía y estabilidad laboral. 

Las acometidas de la globalización y la posición antinacional de Petro

En el marco de la globalización el azúcar se clasificó como un commodity más, sujeto a las oscilaciones especulativas. Allí nada la producción colombiana que goza de alta productividad por la zona tropical, la zafra permanente, los tipos de suelos y la idoneidad de los profesionales agropecuarios como Cenicaña y el Fepa; condiciones que otorgan ventajas en el mercado interno, pero es vulnerable a los competidores foráneos, ante los que es pigmea. De hecho, los avances de países no tropicales para consolidar la producción de azúcar a base de remolacha (alrededor de 30% del mercado mundial) crearon sobreproducción, en consecuencia, estrujan por nuevos mercados.

Gráfico 1 Producción mundial de cultivos de azúcar clasificados según su producto final. Ocde-FAO Perspectivas Agrícolas 2023-2032

A la agroindustria nacional en su momento, dada la importación de azúcar, le ofrecieron producir bioetanol como compensación. Pero abierto el boquete del etanol estadounidense, varias destilerías presentaron balances negativos, ocasionaron cierres y despidos. Los trabajadores y Asocaña, protestarían contra la política de desprotección de Juan Manuel Santos, logrando hacer activar salvaguardas para proteger el sector.

Ahora ataca Petro, para quien el azúcar es más dañino que la cocaína, ¡vaya viaje por las estrellas! La paradoja es que, mientras las áreas cultivadas en coca durante el gobierno Petro superan a las cultivadas en caña, el jefe de Estado la emprende contra este bastión de la economía, un eslabón de progreso para la clase obrera. A la larga el espíritu trotskista de la “etnia cósmica” los preferirá en el rol de campesinos empobrecidos haciendo filas en el Sisbén.  

Columna de opinión tomada de La Silla Vacía.
Publicada el 7 de noviembre de 2024.

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Duberney Galvis

Docente universitario. Lic. en comunicación. Esp. Gestión Ambiental. Est. Mag en Desarrollo Rural. Columnista de opinión en El Diario ―el periódico de Pereira― y en La Silla Vacía.

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