Imagina un emperador vanidoso que cayó en manos de dos estafadores que lo engañaron a él y a su corte haciéndoles creer que tejían telas mágicas, ¡invisibles para los tontos! Cuando el emperador y sus ministros visitaron la sala de los “tejedores”, se encontraron con la ausencia de tela, pero, temerosos de parecer estúpidos o incompetentes, guardaron silencio y elogiaron las supuestas maravillas que no veían. En el desfile del traje en público, un inocente niño, exclamó la verdad: “¡El emperador está desnudo!”. Y pronto se unieron otros. A pesar de la vergüenza, el emperador persistió en su farsa, siguió más altivo que antes y sus servidores continuaron sosteniendo la inexistente cola.
El caso de esta historieta emula la realidad colombiana, al hacer un parangón de las promesas de presidente tipificadas en “el traje” de aquel emperador, pero esta vez el tejedor fue el propio Petro, quien, aprovechando las expectativas del pueblo, tejió con hilos de esperanza el “cambio” que este esperaba. Entre ellas, un tren elevado que uniría Buenaventura con Barranquilla. Sin embargo, críticos advirtieron que el costo del proyecto es exorbitante y su viabilidad dudosa. ¿Un tren elevado para carga?, preguntaban con cejas arqueadas. ¿Por qué no una tele transportadora o un dragón volador? “Sería igual de factible”, así el tren se convirtió en una leyenda urbana, mezclada con sueños y fantasías.
Y más allá de la comedia, la tragedia; es que el candidato, hoy presidente, también exige acabar con la explotación de petróleo y gas en Colombia, al tiempo que hace un acuerdo para aumentar la exploración y explotación de petróleo y gas en Venezuela; prometió renegociar el TLC con Estados Unidos, pero no lo hizo, cambió su lenguaje, planteando una revisión ―nimiedad que tampoco ha realizado―. Petro prometió lograr una mayor representación de mujeres en su administración, otro cambio que no ha llevado a cabo; con mucha expectativa anunció también una paz total con todos los grupos al margen de la ley, pero la iniciativa ha sido caótica y por el contrario se ha desbordado la violencia. Siendo candidato se comprometió a prohibir la técnica de fracturación hidráulica para la extracción de petróleo y gas (fracking), medida que aún no implementa. Prometió entregar tierras de la Federación Colombiana de Ganaderos y esto no ha avanzado.
Estas promesas, han capturado la imaginación de muchos, tejiendo en sus mentes el tapiz de un futuro próspero y justo. Sin embargo, aún no se materializan. Es una realidad tangible que la gente puede ver, pero que la mayoría de sus dirigentes, sindicales, otrora militantes de izquierda, cívicos, o comunales, omiten por miedo a aparecer como opositores, o como ignorantes que no ven la realidad, según ellos Petro “quiere hacer cambios, pero no lo dejan” y se niegan a aceptar que no va a concretar sus promesas fantasiosas, muchas de las cuales están calculadas para el engaño. Velo difícil de quitarse, debido a la minuciosa labor que ejercen los “súbditos” técnicos del presidente quienes comparten y defienden su reformismo neoliberal, aplaudido por Estados Unidos y el FMI; como es el caso del ministro Velasco, que como congresista siempre contradijo la fórmula de la gasolina y que ahora calla ante el empeoramiento de la misma. Solo falta el grito del inocente pueblo que lo eligió.
En medio de la afrenta publica, la voz del pueblo colombiano comienza a resonar con fuerza; las ideas que una vez capturaron la imaginación colectiva, ahora enfrentan el escrutinio de una realidad menos indulgente. Las cifras hablan por sí solas, la industria que acarició un crecimiento en el 2022, decreció un 4.8 % anual en el 2023; la construcción se ha contraído en un 1.6 % y el comercio ha disminuido en un 2.3 %.
A pesar de la promesa de renegociar tratados comerciales, el coeficiente de penetración de importaciones ha aumentado 2 % en lácteos, 20 % en cerdo, 5.2 % en pollo, 71 % en maíz, 6.6 % en arroz, y un sorprendente 123 % en soya. La tasa de inversión, se ha quedado en 19.6 % y un 17.2 % frente al PIB para el 2022 y 2023, cifras que palidecen en comparación con otros países o grupos de países, por ejemplo, los de Asia Oriental (35,4 %) o con la Unión Europea (22,5 %).
En el Caribe tampoco ha cambiado nada, la tarifa de energía eléctrica es 40 % más alta que el resto del país, aunque, hasta al momento no se han anunciado medidas concretas desde el gobierno, que permitan vislumbrar una mejora significativa en el corto plazo.
Este es el momento en que el pueblo debe señalar la desnudez del emperador, exigir transparencia y acción, llamando a la resistencia civil. Hoy Petro, aunque descubierto por el pueblo, está más preocupados por mantener su estatus que por afrontar la realidad y sus acólitos continúan sosteniendo la inexistente cola de un traje hecho de promesas y en cuyos aplausos como focas entrenadas, ofrecen laudos a un líder que ya está al desnudo ante la mirada expectante de quienes lo eligieron.