La trama regional de la guerra contra Irán

Se cruzan los intereses de Estados Unidos frente a los de sus principales rivales geopolíticos, China y Rusia, pero también los intereses de varios aliados de Estados Unidos en la región, especialmente Israel, Turquía y Arabia Saudí.

Por décadas Estados Unidos ha mantenido la iniciativa estratégica en la región del Golfo consolidando una presencia militar incontestable con más de 45.000 soldados, 19 instalaciones militares entre las cuales 8 bases permanentes oficiales. En las últimas tres décadas esa presencia se fortaleció tras las invasiones y guerras en Iraq, Afganistán y Siria.

Irán, ocupa el 4to lugar en reservas de petróleo (tras Venezuela, Arabia Saudita y Canadá) y el segundo en reservas de gas (después de Rusia), comparte con Catar el mayor campo de gas del mundo y tiene el control del Estrecho de Ormuz. Su ubicación privilegiada que conecta naturalmente el Golfo Pérsico, el Cáucaso, el Mar Caspio y el Océano Índico, la convierte en un pivote geopolítico natural y explica el acecho constante de Washington.

En el marco del conflicto que hoy se cierne sobre el territorio persa se cruzan los intereses de Estados Unidos frente a los de sus principales rivales geopolíticos, China y Rusia, pero también los intereses de varios aliados de Estados Unidos en la región, especialmente Israel, Turquía y Arabia Saudí.

El No eje Rusia-Irán-China

Contrario a lo que se cree, Irán, China y Rusia no han sido aliados naturales. De hecho, han sido rivales durante muchos pasajes del siglo XX. Su cooperación actual es defensiva, producto de la presión que ejerce Estados Unidos sobre ellos en diferentes frentes. Sus interacciones económicas y políticas han tomado fuerza tímidamente en la última década, y son la explicación principal de la política de “Máxima presión” contra los persas.

Irán participa activamente de dos proyectos medulares en la región. Por un lado, bajo el liderazgo ruso, el Corredor Internacional Norte- Sur (INSTC), una red multimodal de transporte de 7.200 km que conecta India, Irán, Azerbaiyán, Rusia, Asia Central y Europa a través de rutas marítimas, ferroviarias y carreteras. Solo en 2023, Rusia financió con USD 1.600 millones la finalización del tramo ferroviario Rasht-Astara en Irán[1].

De oriente a occidente, desde 2016 Irán se unió la Iniciativa de la Franja y la Ruta y firmó con China en 2021 un acuerdo estratégico de cooperación por 25 años, que incluye desarrollo de infraestructura de transporte (ferrocarriles, puertos), energía, telecomunicaciones y seguridad y defensa (cooperación en el Mar de Omán y el Golfo). China, además, ha integrado el INSTC dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) para fortalecer sus vínculos con Rusia e Irán[2].

Recientemente (mayo/2025) llegó el primer tren de carga desde Xi’an (China) al puerto seco de Aprin, cerca de Teherán, marcando el inicio operativo del corredor ferroviario directo que reduce el tiempo de tránsito entre Shanghái y Teherán a unos 15 días, frente a los 30–40 que implica la vía marítima tradicional.

En materia energética destaca el acuerdo de las petroleras Gazprom (Rusia) y NIOC (Irán) firmado en 2022, un megacontrato de cooperación de USD 40.000 millones para desarrollo de dos de los yacimientos de gas más importantes de Irán (Kish y Pars Norte) y modernización de infraestructuras de gas natural licuado. China, por su parte, es el principal comprador de crudo iraní, adquiriendo hasta un millón de barriles diarios según los datos de 2023.

Los tres hacen parte de la Organización de Cooperación de Shangái, donde Irán fue admitido como miembro pleno desde 2023 y donde cooperan a nivel regional en materia económica, energética y de seguridad. A nivel más general, participan conjuntamente en los BRICS+, donde Irán formalmente ingresó en 2024 y desde donde se impulsa abiertamente el fortalecimiento del uso de monedas nacionales en transacciones comerciales e inversiones y sistemas de pagos alternativos al SWIFT como el BRICS Pay según las conclusiones de la cumbre en Brasil.

Desde 2019, bajo el acuerdo denominado “Cinturón de Seguridad Naval”, los tres países realizan ejercicios navales conjuntos en aguas del Océano Índico y el Golfo de Omán. El último, en 2024, con participación ampliada de países observadores como India y Pakistán[3].

El imperio contraataca

Consolidar y fortalecer Israel ha sido el pilar fundamental de la política de Estados Unidos por décadas. En el contexto actual dicho fortalecimiento pasa por la consolidación diplomática, a través de los Acuerdos de Abraham y la expansión territorial con el respaldo al Gran Israel.

Washington ha procurado un apoyo directo a las políticas de expansión de Israel en Gaza, incluyendo el respaldo político y militar al genocidio en curso como explicamos en Genocidio made in USA, la ampliación de colonias en Cisjordania, la ampliación reciente de sus anexiones en los Altos del Golán (Siria) y sus pretensiones en el sur del Líbano.

El Gran Israel no es solo retórica religiosa. Hace parte de documentos oficiales y gubernamentales desde el Plan Allon (1967), el Documento Galili-Allon (1973), el memorándum Koenin (1976)[4] hasta la Ley del Estado-Nación de 2018 aprobada por el parlamento y criticada internacionalmente por institucionalizar una apartheid contra la población no judía [5].

Por la vía diplomática, con los Acuerdos de Abraham (2020), Washington busca el asilamiento de Irán y la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y países árabes como los ya firmantes Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán (a cambio de ser retirado de la lista de patrocinadores del terrorismo) y Marruecos (a cambio de que Estados Unidos reconociera la soberanía sobre el Sáhara Occidental).

Pese a que muchos Estados árabes reconocen que el fortalecimiento de Israel va en perjuicio de sus propios intereses, por presión o sumisión, la gran mayoría dependen de Estados Unidos en materia de seguridad y se han adscrito al “Consorcio de Seguridad Regional” propuesto en los últimos años por la Casa Blanca. Esto incluye por ejemplo, a Bahrein, Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (RT, octubre 12, 2025).

En Siria el objetivo ha sido la balcanización. Inicialmente, con el respaldo y coordinación de Estados Unidos, Israel, Turquía y Arabia Saudita, Al Qaeda (o sus franquicias Al-Nusra y Hayat Tahrir al-Sham (HTS) finalmente logró derrocar al gobierno de Assad tras la larga y sangrienta guerra civil.

El cambio de régimen no solo desarticuló el eje Irán-Hamas-Hezbolá, sino que ha dado a Israel la posibilidad de ampliar su proyección militar mediante el llamado «Corredor de David», una franja de territorio sirio que conecta los Altos del Golán hacia el este con la frontera con Irak donde se encuentran las bases militares estadounidense que aún ocupan dicho país.

Sobre la región que atraviesa este corredor, Israel no permite control territorial del gobierno de Al-Golani (el Bin Laden sirio) y recientemente ha fungido como protector de los drusos, comunidad mayoritaria en esa área que ya ha formado el Consejo Militar de Suwayda. A nadie sorprendería que en pocos meses estemos hablando de la formación de proto-estados drusos, kurdos, alauitas (etc.) sobre lo que hoy conocemos como Siria.

El acecho sobre Irán también avanza sobre su zona noroccidental, en la frontera con Armenia con el proyecto del Corredor Zangezur o Puente Trump que conecta a Azerbaiyán con su enclave de Naijicheván. El proyecto es auspiciado por Estados Unidos y se trata de un paso terrestre de 42 km que pretende interrumpir la frontera iraní con armenia, además de entorpecer las apuestas comerciales de Rusia y China en el Cáucaso[6].

Cabe advertir también que Israel y Azerbaiyán son socios estratégicos, cerca del 70% de las importaciones de armas azeríes provienen de Tel-Aviv y el 40% de las importaciones de petróleo Israel proviene de Bakú. Israel ha fortalecido su relación con Azerbaiyán para limitar la influencia de Irán en el Cáucaso, mientras que Azerbaiyán ha aprovechado ese apoyo para ganar ventaja frente a Armenia, su rival fronterizo.

Todos estos movimientos pro-Israel y contra Irán no están exentos de contradicciones. Pese a que países como Arabia Saudí y Turquía no consienten la normalización de relaciones diplomáticas con Israel, especialmente en el marco del genocidio en curso y el reclamo de sus poblaciones, sus gobiernos han mantenido o ampliado acuerdos de cooperación en materia de seguridad con el ejército israelí [7].

Tampoco ven con buenos ojos la expansión territorial y una nueva configuración de poder regional a favor de Tel-Aviv en el Golfo o el Cáucaso. Aunque apoyaron el derrocamiento de Al-Asaad, ni Erdogan ni Salman Al Saud pretenden la balcanización de Siria que podría significar el fortalecimiento de la causa kurda y/o un agujero negro de mayor desestabilización y caos regional.

Finalmente, las contracciones internas también están en el lado norteamericano. El apoyo creciente a la causa palestina, el reconocimiento de lo que sucede en Gaza como genocidio y la progresiva oposición a la relación con Israel, incluso desde sectores del partido republicano, hacen que el gobierno Trump no pueda moverse tan libre e impunemente como gobiernos anteriores lo hicieron.

Pese a que el imperialismo norteamericano mantiene la iniciativa y la ventaja estratégica, el margen de maniobra parece cada vez más limitado. Difícilmente podrá imponer, como en el pasado, sus intereses sin perder en el camino fuerza, aliados y/o legitimidad. Irán no será Afganistán ni Irak y equivocarse allí podría marcar un punto de inflexión en su declive hegemónico.

[1] Ver “The International North-South Transport Corridor: Regional Integration and Geopolitical Shifts” de Autor: Anatoly V. Torkunov (2022) y “The INSTC and the Emerging Eurasian Economic Landscape” — Journal of Eurasian Studies, Vol. 12, 2023 de K. S. Ivanov, M. R. Hosseini

[2] Ver “China’s Belt and Road Initiative and Eurasian Connectivity” de Zhao Huasheng (2019)

[3] Ver “China, Iran, Russia complete joint maritime drill, ‘boosting capabilities in non-traditional security field’” en https://www.globaltimes.cn/

[4] Las exigencias más fundamentalistas reclaman como parte del Gran Israel el Líbano meridional, todo el Golán (Siria), El Sinaí (Egipto), la ribera occidental del Éufrates en Iraq

[5] Ver “Greater Israel: an Ongoing Expansion Plan for the Middle East and North Africa” en https://www.defenddemocracy.press/

[6] “The Issue of the Zangezur Corridor: International contradictions and Israeli Interests” de Dr. Andrei Kazantsev-Vaisman

[7] DEAL REJECTED’: Saudi’s Palestine Roar Shakes UN, MBS Crushes Israeli Hopes en https://www.youtube.com/watch?v=nm9yRZOWHJ0

Imagen de Julio Peluffo

Julio Peluffo

Geopolitical Data Analyst. PhD economics student. / Analista de Datos Geopolíticos. Estudiante de doctorado en economía.

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