Con el recrudecimiento de los ataques a la población civil en Gaza por parte de Israel después del 7 de octubre de 2023, creció paralelamente la movilización global que denunciaba el genocidio y los crímenes de guerra en la franja de Gaza. Sin embargo, no todas las manifestaciones de solidaridad tienen la misma carga ideológica y, en la práctica, las hay desde ingenuas hasta oportunistas, como la de Gustavo Petro en su discurso en la más reciente Asamblea General de la ONU.
¿Qué significa sostener una posición proletaria y antiimperialista sobre la cuestión palestina y el genocidio en Gaza? ¿Qué hace de Petro un oportunista? Tres elementos del discurso ampuloso y demagógico de Petro sirven para responder estas preguntas.
I.
Su casi exclusiva crítica contra Netanyahu y Trump, “la ultraderecha moderna”, los “cómplices del nuevo Hitler”, contra los “ignorantes fundamentalistas de extrema derecha”; una crítica calculada que exonera a los sectores del Partido Demócrata, del que él se autocalifica amigo y aliado, que han sido tan responsables del actual genocidio como del histórico apartheid contra los palestinos durante décadas.
Una posición antiimperialista y auténticamente democrática no reduce el análisis a los villanos de turno, sino que reconoce el ignominioso crimen contra los palestinos como una expresión del orden imperialista contemporáneo, en el que Estados Unidos y su élite política, republicana y demócrata, son la principal fuente de agresiones contra naciones y pueblos enteros.
Una posición antiimperialista, fundada en el materialismo histórico, reconoce en las contradicciones del capitalismo la fuente de las disputas entre potencias por los recursos energéticos y los mercados para exportar sus excedentes de mercancía y de capital. Contradicciones que han configurado la naturaleza cada vez más violenta de la intervención de Estados Unidos en Medio Oriente, que, en lo que va de siglo, representa invasiones o ataques directos sobre Afganistán, Irán, Libia, Siria y Yemen y un horroroso saldo de más de 4,5 millones de muertes y entre 38 y 60 millones de personas desplazadas.
Por eso (y pese al pueblo israelí), se debe entender la función geoestratégica de Israel como un enclave militar de Washington para garantizar su control sobre Oriente Medio —Como expresó Alexander Haig, secretario de Estado de Reagan: “Israel es el portaaviones estadounidense más grande del mundo que no puede ser hundido (…) y está ubicado en una región crítica para la seguridad nacional de Estados Unidos.”—, los recursos energéticos y su preeminencia en las disputas globales con otras potencias. Es por Estados Unidos y en función de sus intereses que es posible que el horror en Gaza goce de tanta impunidad y se prolongue durante tanto tiempo.
Particularmente en Gaza, fue en 2024, el año más crítico del genocidio, cuando las subvenciones y ayudas militares de USAID a Israel se cuadruplicaron respecto al promedio anual de los últimos 30 años. Es su máquina de guerra el origen del 69% de las importaciones de armas de Israel.
II.
En su discurso, Petro transita entre el aventurerismo radical y el oportunismo más descarado. Llama primero a los pueblos del mundo a “unir ejércitos y armas” (39:00) para liberar Gaza y “descarbonizar la economía del planeta”; y luego, con el auspicio del Consejo de Seguridad, conciliar dicha hazaña a través del sistema financiero privado, el Banco Mundial y el FMI, por su “gran capacidad de centralizar el capital” (41:02).
Una posición antiimperialista no disocia el capital financiero del poder político. De hecho, reconoce que este es justamente el corazón de la economía y de la política imperialista. Es en el complejo militar-industrial estadounidense donde se articulan el capital financiero y productivo con el Estado (el Departamento de Guerra/Pentágono, etc.), generando esta relación entre economía, aumento del gasto bélico y política exterior imperialista.
Es su máquina financiera, la principal acreedora de los Bonos de Guerra emitidos públicamente y destinados específicamente a financiar “el esfuerzo bélico” contra Gaza. Son Goldman Sachs, Bank of America, Citigroup y JPMorgan Chase los responsables del 74% de los más de 19.400 millones de dólares transferidos a Israel a través de dichos bonos, para luego lanzarlos al mercado y venderlos a otras instituciones financieras, la gran mayoría de ellas estadounidenses. Entre los gestores o segundos compradores, las instituciones financieras estadounidenses como Vanguard o Capital Group son responsables de más del 60% del valor de bonos vendidos.
El capital financiero estadounidense no solo financia directamente las arcas del gobierno israelí en el genocidio, sino que también financia a las principales empresas de la industria de armas involucradas directamente en el campo de masacre. Eso develó el informe del Centro Delàs (octubre 2024) que identificó más de 3.600 operaciones financieras entre un centenar de instituciones financieras y 14 empresas armamentísticas implicadas en el genocidio. El 63% de los fondos provenía de 15 corporaciones estadounidenses. ¿Puede alguien honesto proponer que la solución para los palestinos está en las manos de aquellos que han patrocinado su tragedia?
III.
Petro no solo ignora las rivalidades entre potencias y las contradicciones entre imperialistas y naciones oprimidas que le han dado forma al mundo desde finales del siglo XIX, también borra la lucha de clases cuando señala que el “nuevo sujeto político que aparece: la humanidad unida y diversas en sus culturas-”[1], es el referente revolucionario para realizar las grandes transformaciones que necesita la humanidad.
Petro alimenta la confusión cuando millones de personas en el planeta, especialmente jóvenes trabajadores, están comprendiendo la relación de Estados Unidos con el genocidio en Gaza. Allí, cuando hay una oportunidad para denunciar el imperialismo, Petro salva a los demócratas y pone en manos del Consejo de Seguridad y del capital financiero la solución a la tragedia en Gaza y hasta al cambio climático.
Un enfoque proletario y antiimperialista expresa solidaridad con el pueblo palestino y su lucha de liberación, pero también hace esfuerzos por esclarecer el contexto imperialista en el que se desarrolla y por convocar a la organización activa, militante de todos esos sectores del proletariado que hoy repudian el genocidio.
Toda esa intervención, toda esa palabrería, aunque vacía y sin sentido, refleja fielmente su histórico accionar político: aventurerismo contemporizador. Con Petro aplica aquella frase con la que Marx perfilaba a Proudhon: “Quiere ser el hombre de la síntesis, pero sólo consigue ser el hombre de la confusión”. Yo te conozco, Camaleón.
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[1] El extracto completo de esa parte de su intervención: “La humanidad es el nuevo sujeto político que aparece, no el Estado Nación, y por tanto Naciones Unidas se tiene que volver y transformar en una humanidad unida, aunque diversa. Está apareciendo un nuevo sujeto político en la historia humana y es importante y me parece espectacular y es que superamos la idea del Estado Nación para convertirnos en Humanidad. Pero esa humanidad para que sea única y esté unida y sea única en la acción tiene que tener democracia en todo el mundo, debe tener dialogo permanente en medio de la diversidad.” (..)”Un nuevo sujeto político entonces aparece: la humanidad unida y diversas en sus culturas”





