Después de dos años, el catastrófico resultado del Gobierno de Gustavo Petro es el avance de la recolonización estadounidense, a costa de la soberanía, la producción, el patrimonio, la cultura y las condiciones de vida de todos los colombianos.
Petro fue ungido por una amedrentada oligarquía ante el masivo paro nacional de 2021 y fue presentado por el imperialismo estadounidense como Saltabancos Farándula, el personaje de Pombo, que como “gran patólogo ecléctico, fabricante de ungüentos y bálsamos”, acreditado de un historial oportunista, y reformista engañoso, podía acallar las protestas y acreditar como tabla de salvación para “los nadies” las retrógradas reformas impuestas por los organismos financieros internacionales y por Washington.
No hay renglón que se libre de la andanada antinacional y de destrucción del Gobierno petrista centrado en el cumplimiento de los mandatos foráneos: da al traste con los índices económicos; dispara el costo del servicio de la deuda pública; hunde la manufactura y a empresas industriales insignia; afecta la explotación de hidrocarburos y a Ecopetrol la estratégica compañía nacional del sector; arruina sectores agrícolas como la leche, el arroz y otros géneros; cede la soberanía territorial; menoscaba la cultura y vitupera a los medios de comunicación; transgrede la autonomía de la Universidad Nacional, y de múltiples centros universitarios; adecúa la educación según prescripciones de la OCDE; arremete contra las instituciones cafeteras y se embolsilla la independencia sindical.
El cuadro se hace más dantesco con la fiesta desvergonzada de la corrupta burocracia que ascendió al poder del Estado con la patulea del Pacto Histórico en casi todas las entidades de la administración petrista y con el fracaso de la “paz total”, cuyo más palpable balance es el predominio en vastos territorios de una gama de grupos y grupúsculos ilegales, algunos bajo pretendidas enseñas políticas y otros tantos de criminales comunes.
Caricatura por M.M. – Majan (7 de agosto de 2024), intervenida.
Economía Nacional; entremés de la recolonización promovida por Petro
En el menú de desvalijar al país, Ecopetrol es objetivo de primer orden en su carácter de principal patrimonio nacional, bastión de la producción nacional y de las exportaciones. Con la regresiva reforma tributaria de Ocampo de 2022, se le incrementó la tasa impositiva del 33 al 42 por ciento, lo que le produjo $53 billones al Gobierno mientras en 2023 las ganancias de la empresa se redujeron en un 40 por ciento. En el primer semestre de 2024, Ecopetrol le transfirió al Gobierno $25,6 billones en tanto los pasivos crecieron $8,2 billones, lo que evidencia de que se endeuda para dejar ahítos al insaciable Petro y a sus funcionarios.
Se prohíbe la exploración de nuevos pozos y no se reponen los explotados, acabando con las reservas (el Índice de Reposición de Reservas, IRR, que era de 104 % en 2022 bajó a 48 en 2023). Así, el endeudamiento de la empresa ha alcanzado en 2024 dos tercios de los activos. Se perdieron 45 años de autosuficiencia en gas y en el 2024 se ha importado de Estados Unidos ―por 123 millones de dólares― la tercera parte del consumo necesario para generar energía térmica y para el 2025 se importará a mayores precios, al menos el 12 % para la demanda no térmica (1).
Caricatura por Malbuena (3 de agosto de 2024).
Según el DANE, la producción manufacturera cayó – 1,6 % anual de enero a junio y completó cinco trimestres en rojo, junto con las ventas reales y el personal ocupado (2).
La deuda externa, pública más privada, alcanzó 200.000 millones de dólares (54 % del PIB) al final del 2023, y la deuda interna pública bruta superaba el 62 % del PIB (3). En pesos, la deuda del Gobierno Central pasó de 805 billones en septiembre de 2022 a 878 billones en marzo de 2024, con intereses entre el 10 y el 11 % para los títulos TES y del 10 % para los bonos externos; para servirla se necesitarán 112 billones de pesos en 2025 y la Hacienda se endeudará más para honrarla (4).
La balanza comercial aumentó sus números negativos y en 2023 se importaron 63.000 millones de dólares, mientras las exportaciones se redujeron de 57.000 millones en 2022 a 49.444 en 2023 y el déficit fiscal subirá del 3.6 % del PIB en 2023 al 4.9 % en 2024 (5).
Acorde con las cifras del DANE, la tasa de desocupación nacional para junio de 2024 llegó al 10.3 por ciento, y la tasa de ocupados informales llegaba ―en junio de 2023― al 55.8 por ciento, y hay 10.2 millones de empleados formales, frente a otros 12.8 millones que trabajan en la informalidad.
El trabajo decente, las condiciones dignas y las garantías laborales mínimas se conculcan, como en el arbitrario trato a los trabajadores del Ministerio de Trabajo, víctimas de la férula de la ministra Ramírez, pitonisa del sector sindical petrista, la misma que en el FOMAG, en asocio con los colegas de Hacienda y Educación y la guía del de Salud, arrasó con el derecho a la salud de 850.000 docentes, los jubilados y sus familias.
En la agricultura se habían perdido, en junio de 2024, 109.000 puestos y en el comercio, 139.000, en un mercado donde la mayor oferta de mano de obra, nutrida entre otras razones por la diáspora de venezolanos que salieron de su patria, presiona los salarios a la baja o a la estagnación.
Al analizar la reforma laboral, la tercera edición del Periódico SOBERANÍA, esclareció que mantiene medidas anti-obreras como la contratación a término fijo, los despidos con “justa” causa y el fortalecimiento de la subcontratación y la promoción de empresas temporales, ajustada a las recomendaciones de la OCDE, sumo sacerdote de la globalización. Estandariza para el capital internacional las normas de trabajo de los países miembros, de ahí que cumpla compromisos con el TLC con Estados Unidos, en el capítulo 17, y con el de Canadá, como acotó la ponente del Pacto Histórico en la Cámara de Representantes (6).
La reforma pensional es otro retroceso, ajustado al sistema de pilares recomendado desde 1994 por el Banco Mundial, que aumenta la edad de pensión a quienes pertenecen al primer y segundo pilar, fortalece y afianza el negocio para los fondos privados, bancos y fiduciarias, sube la edad y las semanas de cotización, baja la tasa de reemplazo, y denomina subsidios ínfimos, por debajo de los mínimos niveles de subsistencia, y en buena medida ya existentes, como “pensiones”, con la consabida táctica de engañar con eufemismos a los más necesitados y, hacia el futuro, despojar a los jóvenes trabajadores de cualquier posibilidad de tener una pensión real y digna.
El nivel de vida de los colombianos desciende, sin cesar con el alza de los combustibles y constante de los alimentos de la canasta básica. Sin los “subsidios” o “ayudas”, indica el DANE, la incidencia de pobreza monetaria hubiese aumentado del 33 % de la población al 37 %; para la pobreza monetaria extrema el dato sería del 16,1 % y, si no se hubiesen incluido en el cálculo las cabeceras, pasaría del 8,9 % al 12,2 % en centros poblados y en las áreas rurales del 19,8 % al 29,8 % (7).
Los denominados pobres son la tercera parte de los habitantes con ingresos inferiores a $435.375 pesos mensuales; los “vulnerables” son otra tercera con $853.608, que apenas subsisten y la llamada clase “media” es la última tercera porción, que intenta arreglárselas con ingresos que fluctúan entre uno y los tres salarios mínimos (8). Sólo vive sabroso la cúpula del 1 %.
Se vislumbra con crudeza que el número de personas bajo la condición de inseguridad alimentaria pasó de 17.7 millones, a los seis meses de la posesión de Petro, a 17.8 millones en la actualidad y el 71.6 % de las familias no disponen de alimentos suficientes para mantener una buena salud (9). Mientras los índices de consumo tienen 5 trimestres de contracciones continuas, empujados hacia abajo por la regresiva reforma tributaria, esa medida inaugural del “cambio”, que recaudó en 2023 casi 279 billones en impuestos con un incremento anual del 22 %, impuso a cada persona 1.3 millones de pesos en IVA y, en promedio, a 2,7 millones de personas naturales, la mayoría de clase media, 3.6 millones por impuesto de renta (10).
Por esa exacción y el consecuente estancamiento económico, el recaudo de la DIAN cayó un 10.3 % en el primer trimestre del año 2024, el peor resultado desde 2001, debido a menores ingresos por los impuestos externos. En el mismo periodo, el recaudo en IVA creció un 11.3 % en el que los nuevos impuestos, regresivos contra la población más “vulnerable”, aportan $700.000 millones en el gravamen a alimentos ultraprocesados, gaseosas y plásticos de un solo uso (11).
Como solución al desastre fiscal por el hundimiento de la economía y al déficit presupuestario del próximo año, el ministro Bonilla anuncia una nueva y aún más regresiva reforma tributaria, que según alertan analistas y dirigentes gremiales podría conducir a una recesión (12) y la imposición de inversiones forzosas que eleva los riesgos sobre el manejo del ahorro, o un pacto por el crédito con las bancas regidas por las reglas y las tasas de mercado pero que el gobierno garantiza y subsidia, remedios inspirados en la reaccionaria idea de Proudhon en el siglo XIX de que el crédito es la varita mágica para reactivar la economía.
Carlos Marx puso esa quimera en su sitio al calificarla como ”fantasía genuinamente filistea considerar que el capital que produce interés es la forma principal del capital y tratar de convertir una aplicación particular del crédito ―una supuesta abolición del interés― en la base de la transformación de la sociedad” (13). De ñapa hay recortes considerables en los gastos de inversión, un síntoma inequívoco de un Gobierno que, en lugar de impulsar la producción, la frena.
Entre los renglones más afectados por la estrechez fiscal, para garantizar el pago del servicio de la deuda, están varios de los indispensables para el conocimiento y el bienestar de la sociedad, como la ciencia con 25 % menos; la cultura también perderá el 25 %; el deporte y la recreación caerán el 66 % y las telecomunicaciones el 33 %, al mismo tiempo que se gesta la implantación de un duopolio en ese campo con América Móvil del magnate Carlos Slim y de la multinacional Millicom, con sede en Luxemburgo, que anda detrás de apoderarse a precio de quema de la participación estatal en UNE, de EPM, y en Coltel.
Ni el sector agropecuario, al que el proyecto de presupuesto 2025 se prevé una reducción en inversión de $3.9 billones (14) ni la supuesta reforma agraria, de las principales banderas del autodenominado gobierno del “cambio”, van por buen camino. De los 3 millones de hectáreas prometidas en campaña, la meta se redujo a 1.5 millones y hasta julio del 2024, según cifras de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), solo se habían comprado 100.768 hectáreas, menos de la décima parte del objetivo (15). Las pocas tierras repartidas son de poca o ninguna vocación agraria y las transacciones de adquisición están glosadas por la Procuraduría y la Contraloría por sobreprecios y corrupción.
De 5 millones de toneladas de alimentos que se importaban en 2006 se pasó a 16 en 2023; asimismo, se importaron entre 10.719 y 15.000 toneladas de lactosueros por un valor de 11.5 millones de dólares y los lecheros producen a pérdida mientras compiten con importaciones baratas que hacen las multinacionales instaladas en Colombia en un mercado global donde una vaca suiza recibe el equivalente a $1.700.000 mensuales en subsidios (16). Una competencia aplastante.
La ganadería bovina decae -0.01 %, la caña de azúcar -0.1 % y el arroz -15.2 %. De cada 100 pesos de crédito de fomento agropecuario, se concentran 75 en grandes compañías, 11.3 van para las medianas y solo 13 para pequeños productores (17). El café pasa por ciclos volátiles de precios, al alza y a la baja, sin que el Gobierno Petro aporte nada al Fondo de Estabilización, como lo ordena la ley 1969 que lo creó y le retorne la rentabilidad a 550.000 productores. Todos están amenazados además por el elevado catastro multipropósito y las valorizaciones de los predios rurales que serán como piedra de molino al cuello de los náufragos.
El agro y la industria intentan sobrevivir en tan desfavorables condiciones y al tenor de los Tratados de Libre Comercio (TLC), que Petro no renegoció, como prometió en campaña y según reiteró en Pitalito como presidente. A las asimetrías derivadas de los inicuos acuerdos, se han de agregar las secuelas de la política económica, guiada por la ortodoxia neoliberal monetaria, cambiaria y fiscal, aplaudida en dos visitas de supervisión por el FMI.
Gustavo Petro y Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI). Fotografía tomada de X (25 de septiembre de 2024), intervenida.
El futuro económico para Colombia se avizora más negativo aún en el marco de las leoninas negociaciones secretas en el proyectado ingreso a la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas (APEP), la versión remozada del fallido ALCA de las épocas de los Bush, ahora promovido por el gobierno de Biden.
Petro está hincado ante la recolonización económica, asumió una indigna postura que intenta ocultar que el encargo recibido en realidad se orienta a subordinar más el destino nacional a los designios e intereses de Estados Unidos, camuflado con palabrería, astucia y con la magnificación de los remedos reformistas como una panacea.
Soberanía; desmontando la fachada, más bases militares y desintegración del territorio
El apuntalamiento del ardid petrista, montado por sus patrocinadores y titiriteros de la Casa Blanca, obedece a la necesidad de fortalecer el dominio de la superpotencia en el hemisferio americano. Como lo ratifican el general del Estado Mayor Conjunto, CQ Brown, y la general Laura Richardson, cabeza del Comando Sur, en la Conferencia de Defensa Suramericana 2024 en Santiago de Chile con la aplicación de su política de dominio fortalecido (EDA, Enhanced Domain Awareness) y la adopción de un Espacio Común Operativo Espacial para esparcir “polvo de Inteligencia Artificial” que pueda atender las necesidades de seguridad y las operaciones de los gobiernos, entre otras, en infraestructura, información, recursos humanos y cultura (18) (Southcom, DOD News, agosto 28, 2024).
Collage elaborado por Colombia Soberana.
En la partitura se exprimen hasta la última gota los recursos y el mercado nacionales, se procura por asaltar los nuevos yacimientos clave para la transición energética, se alardea sobre las diarias angustias y preocupaciones de la gente, como careta para facilitar su expoliación y de contera, se ratifica a Colombia como el “socio estratégico”, para asegurar el poder regional de Norteamérica ante las enormes dificultades económicas y geopolíticas que enfrenta a escala mundial. Se coopta a la “izquierda” para conservar la hegemonía.
A Estados Unidos lo acosan el fantasma de la recesión, que pende como espada de Damocles sobre la economía yanqui; las dificultades comerciales que enfrenta con China y otros países que también pugnan por una tajada del pastel; los continuos descalabros que enfrenta para cimentar su posición militar en Europa y Asia y el progresivo declive de las condiciones de vida, en la seguridad social y en la educación de su población.
Esa situación declinante lo obliga a jugar todas las cartas que tiene a nivel mundial y en su patio trasero, en el que, adecuado a las particularidades de cada nación, utiliza representantes bien de la derecha abierta o bien del raído “progresismo”, sumiso a sus disposiciones como obsequiosos súbditos de Washington.
Petro, en tal misión, en tanto proclama a Colombia como “potencia de la vida”, ofrece en bandeja el territorio nacional para que el Comando Sur del Pentágono despliegue sus ejércitos, agencias de seguridad y centros de “inteligencia” en Gorgona, Pereira, La Guajira y el Amazonas (donde sobrevuelan a voluntad helicópteros de Estados Unidos) como nuevas bases para el control continental, las que se sumarán a las 46 que tenía en Suramérica en 2022, 9 de las cuales establecidas en Colombia (19).
Las fuerzas militares colombianas realizan continuas prácticas “conjuntas” con las del US Army en el Caribe y el Pacífico que les marca la bitácora cotidiana como un destacamento más a órdenes de la general Laura Richardson, la genuina ministra de Defensa del Gobierno de Petro.
Tanta felonía se envuelve en una prédica ”verde”, alineada con la agenda ambiental de las grandes corporaciones monopolistas mundiales, en caza de más lucro sobre la biodiversidad, las mercancías “limpias” y las emergentes energías renovables, nuevos filones que acumulan para revertir la tendencia a decaer de las tasas de ganancia. La reclamada soberanía sobre el territorio ya no es ni fachada, pasó a la obsolescencia. Y en el oscuro y deliberado intento de agostar el país, los ujieres petristas pretenden eliminar los principales elementos que lo cohesionan, como la lengua, el mestizaje y los aportes culturales y científicos que de una u otra manera han conformado nuestra identidad.
En virtud de la “paz total”, se entregaron regiones enteras al antojo de grupos y grupúsculos armados, de “insurrectos errantes”, que amedrentan la población, imponen sus arbitrios y cimentan sus negocios ilícitos, con la licencia de los comisionados petristas que les otorgaron el carácter político a tales bandolas.
Cabe en este trágico episodio la lapidaria sentencia de Francisco Mosquera en 1985 frente a un proceso similar al de las diversas “conversaciones” y mesas actuales:
“Cada quién creyó reafirmar lo suyo, un presidente bufo escenificando el papel de campeón de la confraternidad nacional; unos congresistas borregos sublimando las magnanimidades del despotismo burgués y unas oligarquías impotentes, gloriándose no de eximir de culpa a unos cuantos adversarios detenidos o interdictos, sino de perdonarle la existencia a una revolución arrepentida” (20).
Y añade, referente a las temáticas:
“Fuera de la lista no hay verdad, esferas, órbitas y ámbitos dignos de mencionarse y sobre los cuales no se piense verter la savia unificadora de la pacificación (21). “Y, los diferentes grupos “guerrilleros”: “En lugar de corregir con mesura los descarrilamientos de su táctica, andan a la caza de enmendarle la plana al régimen, reafirmándose en el desafío implícito de no prescindir del manual de Ernesto Che Guevara” (22).
Colombia anhela y espera la paz y en especial los pobladores de las regiones más atormentadas. Pero el camino a seguir no son las proclamas vacuas y altisonantes o las treguas acordadas para incumplirlas, sino el desarme de los grupos amparados en un mascarón “político” y de quienes delinquen sin tapujos. La mínima garantía para la ciudadanía, en el presente arreglo institucional, es que solo el Estado establezca las políticas militares y sea depositario único de la tutela jurídica.
Las “conversaciones” no pueden regirse con agendas establecidas e impuestas, donde quienes deben deponer las armas deciden las reglas sin restringir sus acciones violentas y pontifican sobre todos los asuntos, ya sea económicos, políticos, culturales e, incluso, morales y “éticos”.
Lo seguro, así el proceso llegue o no a “buen puerto”, es que el Tío Sam aproveche el estado de indefensión del territorio para inmiscuirse todavía más en el control político, económico y militar como, con ocasión de la mascarada de la Cumbre COP 16 en Cali y las amenazas de los reductos extremistas, el alcalde Eder, elegido por movimientos “alternativos”, apele al New York Police Department (NYPD) para la seguridad urbana con el permisivo visto bueno de Petro y del General Salamanca. La zozobra sirve de coartada para acrecentar la intervención extranjera.
Corrupción; componente estructural imperialista y práctica gubernamental petrista
El 13 de mayo de 2024, Colombia Soberana expresó que:
“(…) la corrupción estructural, lejos de obedecer a condiciones nacionales, se origina en la relación que Colombia tiene con el resto del mundo” (…) “para mantener al país en un estado de cosas que permita el saqueo sin igual al que ha sido sometido por parte de poderosos intereses foráneos, especialmente de los Estados Unidos y los países de su órbita, se requiere de una clase política servil y genuflexa que anteponga los intereses extranjeros a los nacionales”.
Collage elaborado por Colombia Soberana.
“Con ese propósito, el imperialismo norteamericano y sus lacayos, han hecho de la corrupción estructural un aspecto clave de su modus operandi, tanto para el manejo de sus asuntos internos, como para controlar a países como Colombia, sin incurrir en los costos que acarrean las ocupaciones militares. A partir de un arreglo corrupto de carácter sistémico, la elite gobernante entrega el manejo geo-político y macroeconómico del país a organismos internacionales como la OTAN, el FMI, la OCDE, el Banco Mundial o el BID y demás organizaciones que representan intereses ajenos a los de Colombia, a cambio del manejo discrecional de una parte de los recursos públicos siempre que no controviertan los asuntos centrales de la agenda nacional”.
Caricatura por Diego (4 de septiembre de 2024).
“En otras palabras, el pacto corrupto estructural consiste en que gobiernos serviles sigan en una espiral de endeudamiento que hace del capital financiero internacional, y no del ahorro nacional, su principal variable. Así, podrán hacerse a un porcentaje de los recursos públicos con un doble propósito, robárselos para su propio beneficio y corromper a la población que los elige para que acepten la aplicación de políticas contrarias a su bienestar. He allí la causa principal de la corrupción en Colombia”.
El “cambio”, que en realidad es el ajuste a nuevas agendas neocoloniales y la ampliación de los lineamientos trazados desde el Departamento de Estado, se convirtió en bandera obligatoria del discurso político, para “controlar la explosión del volcán”, desatada en los paros de 2019 y 2021 con la participación de millones de indignados y con el sino de la desesperanza.
Para ello, las clases dominantes tradicionales y el mismo imperialismo, se vieron obligados a recurrir al sector que más podía confundirlos y apaciguarlos. Así accedió al poder Gustavo Petro, ex guerrillero del M-19, organización útil, como lo hizo en 1991 en el gavirismo, para montar la tramoya de la patraña, un segundo “revolcón”.
El volcán sería aplacado, pero la contraprestación para los estafadores de la conciencia popular es franquearles el saqueo de los presupuestos, los contratos y las nóminas, como ha sido usanza por décadas:
“(…) para impulsar la agenda reformista de carácter regresivo el gobierno de Petro y Márquez también debe darle continuidad al régimen de corrupción que garantiza la aplicación de políticas contrarias al interés nacional. Esto se hizo evidente desde la campaña electoral” y “una vez instalados en el gobierno, la abultada lista de escándalos de corrupción abarca una amplia gama de sectores y niveles de gobierno”.
El sinnúmero de escándalos inició antes de llegar a la Casa de Nariño, al exceder el tope legal y tener fuentes oscuras para la financiación de la campaña electoral y es el diario vivir del Gobierno, de su cúpula burocrática, de sus congresistas aliados y de los empresarios amigos.
Emulan en el torcido proceder a desmedidas bandas de malhechores, como acaeció en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y Desastres (UNGRD); o en las compras a precios exorbitantes de terrenos de origen dudoso y sin vocación agraria para la Reforma Rural Integral (RRI); o en los contratos de energía solar del mentor Euclides Torres con el FENOGE; o con el rápido enriquecimiento de los asesores catalanes, denunciado por la prensa internacional; o con los ruidosos helicópteros en Ecopetrol; o con enrevesados contratos en el Sena con Internexa; en Mintic para pautas publicitarias ilegales y el proyecto Escuelas Potencia Digital, en Colpensiones para adecuar un call center y en la Cancillería con los pasaportes o los de energía en la hidroeléctrica de Urrá, entregados a predilectos del régimen, o los direccionados por el ministro Bonilla a favor de los miembros de la comisión interparlamentaria de crédito público. La asociación para delinquir parece común denominador en la gobernanza actual.
Los descarados abusos con los dineros públicos no difieren ―y a veces superan― los negociados y podredumbres de los regímenes anteriores y con seguridad todavía están por destaparse más disparates ocurridos en la Cueva de Rolando en la que el petrismo convirtió el aparato estatal en su cuarto de hora.
Resistencia civil, la respuesta ciudadana y popular al régimen
Ante la contundencia de los hechos, Gustavo Petro se ingenia como mampara un supuesto “golpe blando” en su contra, que esgrime para sonsacar una lesiva reforma constitucional, sea con una constituyente o mediante decretos.
Es una huida hacia adelante para imponer las estipulaciones de Washington y los organismos internacionales, varias de las cuales quedaron inscritas en XI Diálogo Colombia-Estados Unidos, con la cacareada lucha contra la crisis climática como punta de lanza, con modelo financiero-corporativo incluido, adobada con la implementación de la paz y de un acuerdo contra la corrupción como pilares con los que pretende proseguir los dos años que le restan para la labor destructiva que acomete.
Como diligente vasallo con el que cuenta el imperialismo norteamericano, trata de seducir con un “pacto nacional” y sumar a las fuerzas políticas que lo apoyan a otras nuevas proclives, que lo critican no por la índole reaccionaria de sus medidas y reformas, envueltas en empaque demagógico, sino por la falta de “eficiencia” para ejecutarlas, y también atrae a las “independientes” que de boquilla critican “lo malo” pero que votan a favor el grueso de las iniciativas oficialistas.
Medios tradicionales, influencers, redes y las empresas de comunicaciones de los cacaos, las del entretenimiento, el saber y la cultura, actúan como propagandistas del régimen, al que, pese a los disparates y trapisondas, le extienden cada que pueden el visto bueno, de colaborarle para fortalecer la democracia y el sistema neocolonial vigente.
Pese a tanta truculencia de la táctica petrista, bajan los índices de aprobación y favorabilidad frente al desempeño gubernamental, crecen el pesimismo y el rechazo y amplios sectores del “pueblo”, al que tanto invocan el presidente y la vicepresidenta Francia Márquez, se organizan en continuos actos de resistencia civil.
En esta cuarta edición de SOBERANÍA algunos de los dirigentes de las justas protestas explican las razones y la extensión de las diferentes iniciativas. Son luchadores que alientan el auténtico patriotismo y la genuina democracia y con cuyo concurso se puede sembrar la semilla de un frente que proclame, con más amplitud y eficacia, la defensa de Colombia, del patrimonio público, de la producción nacional, y del bienestar general, fundado en los verdaderos intereses populares y democráticos y en la indispensable soberanía.
El deber del partido Colombia Soberana es reproducir y difundir las resistencias y promoverlas para que, como en la mencionada fábula de Pombo, el bebedizo suministrado a porrones a la víctima no la lleve a “trágico término”. Que el impostor no pase, que se entrabe su obra de entrega y traición (23).
Referencias
(1) Revista Semana, Aurelio Suárez; “Petro (2022-2024): “Destruirlo y acapararlo todo”, agosto 3, 2024
(2) El Tiempo, julio 16, 2024
(3) Salomón Kalmanovitz; El Espectador, junio 3, 2024 Kalmanovitz, S. (2024, 17 junio). La balanza externa y la inversión. ELESPECTADOR.COM. https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/salomon-kalmanovitz/la-balanza-externa-y-la-inversion/
(4) Revista Semana, Aurelio Suárez, ibid., agosto 3, 2024
(5) Kalmanovitz, S. (2024b, julio 8). El Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP). ELESPECTADOR.COM. https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/salomon-kalmanovitz/el-marco-fiscal-de-mediano-plazo-mfmp/
(6) Revista Semana, 28 de julio de 2024.
(7) Salomón Kalmanovitz; El Espectador, julio 8, 2024
(8) El Tiempo, julio 16, 2024
(9) Agustín ZimmermAnn. (2024). 7 DE CADA 10 HOGARES EN COLOMBIA NO TIENEN ACCESO a UNA ALIMENTACIÓN SANA. Periódico UNAL, 6. https://periodico.unal.edu.co/uploads/2024/agosto/PeriodicoUNAL-233.pdf
(9) El Espectador, julio 27, 2024
(10) María Teresa Ronderos, El Espectador, julio 30, 2024
(11) El Tiempo, mayo 31, 2024
(12) Marx, “Sobre Proudhon”, 24 de enero, 1865
(13) Bruce Mac Master, El Tiempo, agosto 10, 2024
(14) El Espectador, agosto 4, 2024
(15) El Tiempo, julio 3, 2024
(16) Andrés Bodensiek, Soberanía, julio 18, 2024
(17) U.S. Southern Command. (n.d.). Southern Fenix 24: US, Chile, Argentina deploy more than 600 to enhance interoperability. https://www.southcom.mil/MEDIA/NEWS-ARTICLES/Article/3895872/southern-fenix-24-us-chile-argentina-deploy-more-than-600-to-enhance-interopera/
(18) www.bibiochile.cl, 20 de abril de 2024
/ U.S. Southern Command. (n.d.). Southern Fenix 24: US, Chile, Argentina deploy more than 600 to enhance interoperability. https://www.southcom.mil/MEDIA/NEWS-ARTICLES/Article/3895872/southern-fenix-24-us-chile-argentina-deploy-more-than-600-to-enhance-interopera/
(19) Duberney Galvis, El Diario, julio 27,2024
(20) Francisco Mosquera, Resistencia Civil, pg. 142, ed. Presencia, 1985
(21) Ibid. pg. 154
(22) Ibid. pg. 155(23) Rafael Pombo, “Doña Pánfaga o el Sanalotodo”, fábula, (1833-1912)
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