Tras un año del mandato de Petro, la promesa de garantizar empleo digno parece haberse diluido en ruidosos tuits. En el Plan Nacional de Desarrollo (PND), documento guía de la gestión gubernamental, el término «empleo» se cita escasamente y no se evidencia una política robusta para recuperar la producción industrial y agropecuaria. En cambio, sí es notorio un rumbo económico que vulnera la modesta producción nacional y garantiza a multinacionales con amplias ganancias acceso preferencial al mercado local, control de áreas clave y mano de obra barata colombiana.
En vísperas de la segunda vuelta electoral, Petro propuso renegociar los TLC y aumentar los aranceles para fortalecer la producción alimentaria. Sin embargo, una vez en la presidencia, su ministro de Comercio Exterior aclaró que los TLC seguirían siendo esenciales. Algo similar aconteció antes de la manifestación cafetera del 17 de agosto. Petro anunció la renegociación del TLC con EE.UU. como un hecho cumplido; pero, de nuevo, fue corregido por su propio equipo.
Con Petro, las importaciones siguen a todo vapor. En 2022, estas aumentaron un 26,7 % con respecto al año anterior, destacándose productos agropecuarios, manufacturas y combustibles. De acuerdo con el DANE, en el primer semestre de 2023 el déficit en la balanza comercial superó los $ 5.470 millones de dólares. Así, se intensifica la política de reemplazo de trabajo nacional por el extranjero y el saldo negativo entre los dólares que Colombia consigue del mundo y los que salen del país, en otras palabras, se acentúa el déficit de la balanza de pagos.
El gobierno del “cambio” respalda la política monetaria del Banco de la República impuesta por el FMI desde el año 2000. De ahí, que el Ministerio de Hacienda, obediente, respalde los incrementos de la tasa de interés para asegurarle las ganancias a inversionistas extranjeros. Actualmente, la tasa de interés llega al 13.25%, lo que castiga el ahorro y la producción nacional. De lo anterior se deriva el decrecimiento en las ramas industriales y agrícolas, así como la agudización del rebusque (Dane, 2023).
El desempleo es uno de los principales problemas que afecta a millones de compatriotas. Este, a pesar de procedimientos truculentos para medirlo, continúa siendo el más alto de Latinoamérica (9,3%). Lo peor es que la cifra no refleja la realidad del país, puesto que incluye a las personas en búsqueda activa de empleo y a aquellos que desempeñan algún oficio a partir de una hora a la semana.
Una revisión profunda revela cifras preocupantes sobre la calidad del empleo y los ingresos de los colombianos. Por ejemplo, detrás de aquellos compatriotas que se clasifican como ocupados, se esconde que la mitad de la fuerza laboral sobrevive del rebusque, con ingresos inferiores al salario mínimo. Por ejemplo, el 56% de los asalariados trabajan en mipymes, con estándares laborales regulares (Dane, 2023). Además, el 45% de los ocupados ganan menos del salario mínimo; el 39%, de uno a dos y solo el 13% recibe una remuneración mayor (Dane, 2023).
Traicionando a sus electores, especialmente a los trabajadores, Petro promueve una reforma laboral y pensional tal y como mandan el FMI y la OCDE, congraciándose con la administración de Biden. A pesar de que estas reformas no han sido aprobadas, sí se ha conseguido debilitar el espíritu combativo de los trabajadores con promesas que ocultan una agenda antinacional.
Las principales organizaciones obreras, que antes lideraban protestas, ahora se alinean incondicionalmente con el gobierno Petro. El silencio reina en temas cruciales: presencia de funcionarios estadounidenses en Colombia, reforma tributaria regresiva, alzas en combustibles, amenaza a garantías laborales y pensionales.
En síntesis, el primer año del Gobierno Petro no avanza hacia la recuperación del bienestar de los colombianos, ni reactiva la producción nacional. Las mal llamadas reformas sociales son, en esencia, neoliberales. La gestión del actual presidente consolida la condición de Colombia como una neocolonia de los Estados Unidos.Ante este panorama, es vital que los trabajadores, unidos, se opongan a las políticas del gobierno de Gustavo Petro, tal y como se hizo con Iván Duque. Colombia necesita soberanía, producción nacional y empleo de calidad. Solo a través de la resistencia civil se lograrán estos ideales, que son el propósito de Colombia Soberana.