La importancia del petróleo y el gas para la civilización actual es una realidad cuya negación dista mucho de ser inocente. Por esto hay que tomar con pinzas la instrucción que Petro le dio a Ricardo Roa, presidente de la estatal petrolera: “Ecopetrol tiene que hacer una especie de exorcismo; quítate el petróleo de la cabeza y métete en la inteligencia artificial”. Y es que el actual Gobierno ha asediado a Ecopetrol para exprimirla y asfixiarla antes de sepultarla.
Así lo demuestra Aurelio Suárez en su columna en Semana: “Los cuatro golpes para aniquilar a Ecopetrol son premeditados”: 1) Cierre de licencias para exploración de petróleo y gas, 70 % a cargo de Ecopetrol 2) Reforma Tributaria 2022 que introdujo el impuesto por “uso del subsuelo”. Principal contribuyente; Ecopetrol. 3) Otro nuevo impuesto con la excusa de la conmoción interior en el Catatumbo, 1 % a la extracción de hidrocarburos. 4) Sanción de la DIAN contra Ecopetrol exigiéndole $9.4 billones de pesos por el IVA sobre importaciones de gasolina entre 2022 y 2024, “una medida que podría estrangular económicamente a la petrolera y poner en riesgo su estabilidad”, alertó la Unión Sindical Obrera.
Los golpes para acabar a Ecopetrol se reflejan en un endeudamiento insostenible de 2/3 partes de los activos y la pérdida del 60% del valor de la acción en Wall Street. ¿Quiénes se benefician y perjudican con estas medidas?
Entre los ganadores está EE.UU., que ha aumentado la exportación de combustibles a Colombia, quedando al descubierto la charlatanería de Petro quien frena la economía petrolera nacional mientras aúpa las importaciones desde EE.UU., y Catar, favoreciendo competidores como Terpel y Primax, con la complicidad del ministro de Minas y Energía, Edwin Palma, expresidente de la USO y exmiembro de la junta directiva de Ecopetrol. El FMI también gana, pues el gobierno mantiene la fórmula que permite cobrar los combustibles a precios de país importador desplazando más ahorro nacional al pago de la deuda externa y sus intereses.
Entre los perdedores está la ciudadanía, a quienes se les ha aumentado el precio de la gasolina de 9.000 a 16.000 pesos por galón en menos de 3 años. También los trabajadores y empresarios del sector y toda la actividad que rodea este renglón económico.
Me sumo y convoco a la urgente defensa de Ecopetrol, de la Refinería de Barrancabermeja y su modernización, del Instituto Colombiano del Petróleo y de los campos petroleros. A frenar la destrucción a la que está siendo sometida la industria y a ser partícipes de un futuro plan de salvación que permita recuperar la principal empresa estatal y con ella la soberanía energética de Colombia.
Columna de opinión tomada de Vanguardia.
Publicada el 28 de junio de 2025.