A Roberto Arango, el líder campesino del páramo del Cocuy que cruzó el puente de Boyacá con miles de campesinos a su lado, el país lo conoció tras el paro de los habitantes de los páramos que tuvo lugar en Boyacá. Este movimiento de masas campesinas llamó la atención porque no cedieron a los cantos de sirena para impedir la movilización, y además porque de entrada advirtieron a los ministerios y demás delegados del gobierno que no les vinieran con proyecticos, “lo que necesitaban es que los dejaran trabajar en paz”.
Duberney Galvis entrevistó a este líder que ahora es una voz esperanzadora para los campesinos del restó de las zonas de páramos del país.
D.G. ¿Dónde inicia todo este rollo contra los habitantes de los páramos?
R.A: Por allá con la ley 1450 del 2011 por la cual expiden el Plan Nacional de Desarrollo PND, del gobierno de Juan Manuel Santos. Este contempla que los páramos deben ser delimitados y empiezan a fijar las cuotas para hacerlo. Entonces vinieron leyes, resoluciones y normas con temas de la protección, sostenibilidad, gestión, frontera agrícola, lineamientos de zonificación, el tema de los delitos contra los recursos naturales etc. El primer conejillo fue Santurbán y después lo extendieron al Almorzadero y otros.
D.G. Entiendo que todas esas leyes coincidieron con una agenda globalizadora de “economía verde”, ¿traían sus diablillos?
R.A: Sí, un caramelo envenenado fue ese de la ley de páramos de Santos. El cuento de las actividades agropecuarias de alto y bajo impacto y ahí venían pegadas las prohibiciones para la actividad agropecuaria, uso de maquinarias, agroinsumos y complementarias como vías de transporte. Con eso fueron arrinconando al campesinado de los páramos y de repente, quienes han protegido estas tierras por años, empiezan a ser señalados como agentes de delitos ambientales.
D. G. ¿Qué sucedió para entonces, hubo alguna reacción?
R.A. Las medidas eran lesivas y contaban con aplausos desde la comodidad institucional y otros balcones. Empezamos a organizarnos y a estudiar cada una de esas leyes. Buenas protestas en defensa de los páramos pero no vimos mucho énfasis en los habitantes campesinos que hacemos parte integral de los mismos. Después del Covid, entre 2022 y 2023, avanzó la movilización social campesina, en parte durante el gobierno de Duque.
D.G. Y luego vinieron las elecciones…
R.A: Claro, si es que hasta Petro vino como candidato a la presidencia, y nos dijo a todos “que la delimitación de los páramos era una trampa contra el campesinado…”
D.G. ¿Y luego qué pasó?
R.A: Que mesas van, mesas vienen, reuniones y reuniones; mientras, al campesinado le seguían recortando las fronteras agrícolas y los derechos. Se fueron inventando más figuras de prohibiciones y las reservas temporales en las que habían metido a varios páramos. Así pasó con Santurbán, Pisba y otros. En la práctica estaban aplicando toda la política del PND de Santos.

D.G. ¿Cómo explicar que prohíban producir comida a quienes siempre lo han hecho, y no solo eso, compatriotas de un país víctima del cambio climático, no generador del mismo?
R.A: Mire el ejemplo de la leche, ¡como así que aquí no se puede producir leche para un país con déficit de este alimento! Pero siguen trayendo millones de litros importados para favorecer el mercado gringo y el de la Unión Europea con los que tienen acuerdos comerciales y eso sí les parece ecológico.
D.G. Pero no solo es la producción, también les caen sobre el derecho a la propiedad privada de las tierras campesinas…
R.A. Sabiendo que las tierras son bienes de libre enajenación violan el derecho a transarlas. Y eso sucede porque todas estas reformas responden a imposiciones del capital trasnacional, banco mundial, organismos de la ONU y la COOP16. De ahí es que aparecen las tales “limitaciones ambientales”, convierten en delito tener una vaca con la que siempre hemos producido leche y quesos para las veredas y pueblos.
Nos impiden el derecho a pedir que tengamos acceso a servicios públicos, como un simple cableado eléctrico, contra el mínimo derecho a vivir, habitar las tierras y cultivarlas como ha sido tradición. Olvidan que somos nosotros quienes más hemos protegido los ecosistemas de los páramos.
Pero como ya dijimos, hay una agenda mundial aterrizada en Colombia con organismos como la OCDE, y con eso desde las esferas de la burocracia del poder político nos van decretando como criminales.
D. G ¿Qué resaltar del acuerdo logrado mediante la movilización social?
R.A: Partamos de que es un acuerdo que reconoce el papel de los campesinos en la defensa estratégica de los ecosistemas del páramo y alta montaña en su relación con la tierra como patrimonio vivo de la nación. Conseguimos que se modifique lo atinente a la frontera agrícola garantizando los derechos de los campesinos en lo concerniente a la actividad agropecuaria. También lo atinente al derecho sobre la propiedad sin más limitaciones que las dispuestas en la Constitución Política, y un punto en relación a la democracia participativa de cara a los actos administrativos que sean incompatibles con la actividad campesina en páramos, y nuestro rol activo en el ordenamiento productivo de las cadenas agrícolas y pecuarias, entre otros temas a nivel local con corporaciones ambientales y demás.
Al cierre: la movilización del Cocuy trasciende a otras zonas de páramos del país.
D.G. Testigos del paro y los consiguientes logros de la Federación de Parameros Campesinos Colombianos que despunta como movimiento esperanzador de resistencia civil, miles de campesinos del resto de páramos del país ansían sumarse para acrecentar el proceso de defensa de la tierra, el trabajo y la soberanía nacional.
Así sucede con los habitantes del complejo de paramos del Parque Nacional Natural los Nevados que, perseguidos por los ministerios y las autoridades ambientales nacionales y territoriales, desde ya adelantan labores para este propósito de unidad.





