La descentralización del neoliberalismo y el circo electoral
Las elecciones de mandatarios regionales se introdujeron en el orden constitucional como parte de una serie de reformas que acompañaron lo más relevante del llamado revolcón: la implementación de la apertura económica en Colombia. Francisco Mosquera lo registró así “Los esquemas surgieron de las componendas entre Gaviria, Gómez Hurtado y los amnistiados del caserío de Santo Domingo, un extraño maridaje en el que éstos, los activistas del M-19, se dedicaron a las labores de zapa y al embellecimiento de los pérfidos atentados contra el pueblo colombiano, sin omitir los pasos emprendidos por Washington hacia la plena colonización económica de América Latina, el objetivo primordial de las transformaciones jurídicas del Continente”[1]. Y así fue.
La instalación del neoliberalismo ha significado el incremento del saqueo de la riqueza nacional. Los postulados del “libre comercio” se han impuesto tanto a nivel central como en las entidades territoriales, víctimas de las privatizaciones, el recorte del gasto público a través de la reducción de las transferencias, el aumento de los impuestos indirectos y demás medidas determinadas por el Fondo Monetario Internacional, la OCDE y demás poderes globales.
En ese desvalijamiento de las riquezas, en sincronía con la descomposición de los valores democráticos, ha ido incubando en municipios y departamentos una descomposición política tal que la lucha por el poder regional se ha convertido en la rapiña de unas pandas, en algunos casos mafias, por apoderarse de los presupuestos y las burocracias. No se exceptúa rincón de la geografía nacional donde la podredumbre no sea el sino siniestro de las elecciones territoriales. Todo en medio del desconcierto de amplios sectores de la población que encuentran más dificultoso elegir por quién votar.
Las próximas elecciones tendrán como agravante el bazar de personerías jurídicas que ha permitido el surgimiento de nuevos partidos hasta llegar a más de 35 organizaciones. Para el exfiscal y exministro Alfonso Gómez Méndez “lo que ha habido es una feria de personerías desprovistas de contenido político real”[2] ya que “salvo excepciones son solo cascarones vacíos de ideología y organización”.
Este reconocido opinador del establecimiento concluye de manera lapidaría: “La verdadera reforma política está por hacerse: acabar con este circo electoral y político y enseriar la política”.
Los “sancochos” donde se mezclan, sin pudor alguno, los partidos de gobierno, “independientes” y de oposición corroboran la tesis de que los partidos se convirtieron en cascarones desprovistos de programas e ideología. Para elegir 32 gobernadores se avalaron 251 candidatos; para 1.102 alcaldes fueron 6.175; para 418 diputados se inscribieron 3.894 y 106.429 para 12.072 concejales. Todos darán sus réditos en los porcentajes acordados en la reposición de votos y a “pro rata” en los muy de moda “coavales”, última invención politiquera.
A la feria de avales hay que sumarle la perversión de los llamados “movimientos significativos de ciudadanos”, herramienta de participación ciudadana que ha sido desnaturalizada y hoy es usada por politiqueros de todas las raigambres para disfrazar su verdadero origen y esconder el desprestigio de los partidos a los que representan.
La podrida organización electoral, que permitió la financiación ilegal de las últimas campañas presidenciales, contribuye a la degradación del sistema político en el que normalizó todo tipo de compra y venta de votos y conciencias y en el que la participación sin trampas resulta verdaderamente excepcional, al punto que a un elector promedio le resulta prácticamente imposible distinguir entre los logos políticos pues las fronteras programáticas desaparecieron y se desechó la coherencia.
Hagamos de las elecciones un curso para explicar los problemas y sus causas
Colombia Soberana no es un partido abstencionista, al contrario, utiliza la contienda electoral como otro aspecto de la disputa política y cultural necesaria para elevar el nivel de conciencia de las masas y explicar las causas de los padecimientos nacionales. De manera que, pese a lo desprestigiados que puedan estar los escenarios electorales, mientras sectores de la sociedad acudan a ellas a la espera de encontrar soluciones a los problemas que los agobian, es obligación de las fuerzas democráticas asistir al debate electoral.
Decir las verdades que otros callan es indispensable en un momento de profunda confusión en el que los partidos otrora considerados como alternativa de poder son los que ahora encabezan la defensa de la estructura neocolonial con la que se gobierna al país. Sin miramientos se les ve al Pacto Histórico y demás organizaciones gobiernistas defendiendo los impuestos indirectos, el alza de los precios de los combustibles, las políticas de la OCDE para reducir el salario mínimo y otras reconocidas recetas neoliberales impulsadas por el FMI para hacer de Colombia un deudor viable.
Mientras tanto, partidos declarados como “independientes” adoptan la fracasada fórmula acomodaticia de “apoyar lo bueno y criticar lo malo”, como si esa posibilidad de enjuiciamiento se perdiera por asumir con entereza una posición política definida frente a un gobierno antinacional como el de Petro. Flaco favor les hace a las posiciones democráticas la renuncia de algunos sectores a denunciar con todas sus letras al imperialismo norteamericano, sus mandaderos de turno, o a los “programas” para enfrentarlos. Muchos de estos sectores, reconocen el “deterioro” de la economía, pero le hacen llamados, precisamente, al principal responsable de ello, el gobierno de Petro, para que tome los “correctivos necesarios”.
En el marco de unas elecciones regionales que por su carácter tienen limitadas posibilidades de determinar cambios significativos de las políticas estructurales imperantes, los auto proclamados partidos independientes de centro, se limitan a agitar algunos pocos nombres de sus propias filas o los de coaliciones oportunistas, que no pasan de hacer promesas electoreras insignificantes y banales, sin siquiera intentar explicar o profundizar en la causa fundamental de las actuales condiciones de miseria y atraso de las regiones y del país en su totalidad: la supeditación de nuestro país a los designios de Washington y las arrodilladas reformas y medidas de su actual cortesano en la Casa de Nariño.
Aunque los desaciertos del Gobierno Petro han sido múltiples y sobresalientes y atentatorios contra la soberanía nacional, aun no se configura una oposición consecuente ya que los partidos declarados en esa condición legal, el Centro Democrático y Cambio Radical, representan a quienes han sometido a Colombia a décadas de saqueo e ignominia y sus diatribas reaccionarias se reducen a cuestiones secundarias, pero con ruidosa pugnacidad.
De ahí que callen o aún aplaudan, como lo ha hecho Uribe, la continuidad en políticas fundamentales como el alineamiento del gobierno con los intereses de Estados Unidos y la OTAN, o aúpen el alza de los precios de los combustibles o los ajustes fiscales y aviven los nuevos negocios “verdes” con plenas garantías para las multinacionales y pesados padecimientos para las comunidades, tal como acontece con la etnia Wayuu en la Guajira.
Votar en blanco, votar por la Resistencia Civil
Las elecciones de 2023 son las primeras regionales después del Paro Nacional que develó el cúmulo de demandas sociales que, lejos de resolverse en los primeros doce meses del autodenominado “gobierno del cambio”, se han agravado. Por eso, Colombia Soberana define que esta contienda debe aprovecharse para advertir sobre la ineficacia de los vademécums que se presentan, en la siembra de falsas ilusiones, y para inculcar que son la movilización social y la resistencia civil las que delinean la ruta de las verdaderas transformaciones.
Asimismo, han brillado por su ausencia voces que expliquen en este debate sin rodeos, tapujos y equívocos, las causas reales del neocolonialismo, que, en los distintos territorios, al tomar las peores formas, se concretan en más penuria y estancamiento, y que confronten a quienes representan a los responsables de su implantación.
En el primer año del gobierno “potencia de la vida”, las políticas económicas neoliberales se han profundizado de una forma tan agresiva que se ha duplicado la población con insuficiencia alimentaria, una más de las crudas situaciones que se ocultan tras las fórmulas mágicas y no pocas descabelladas, sacadas del cubilete para dar realce a los candidatos. Mientras tanto, en medio de la avalancha reformista, y con frases de cajón como “construir sobre lo construido” se les garantiza la continuidad a las estructuras de poder que usufructúan las rentas locales, en capitales y ciudades, fruto de leoninos contratos de concesión.
El partido Colombia Soberana a partir de la lectura de la deteriorada realidad socioeconómica y de la degradada situación política, consecuente como fuerza de oposición al gobierno progringo de Gustavo Petro y Francia Márquez, y ante la actual inexistencia de propuestas programáticas estructurales y de partidos o candidatos que las representen, invita a votar en blanco en las elecciones regionales del venidero 29 de octubre de 2023.
Ese llamado se hace en atención a que las formaciones -calificadas de “izquierda”- apoyan todas las políticas reaccionarias del gobierno petrista y a que las denominadas “independientes” y de “centro”, a su vez le han votado a favor y le alaban proyectos fundamentales como la Reforma Tributaria, el Plan de Desarrollo, los programas fiscales auspiciados por el FMI y otros más, resaltan “aspectos positivos de las reformas” y vacilan en la caracterización del régimen antinacional, que lo ven “distinto” a los predecesores, que declaran “carecer de pruebas” para hacerlo.
En el marco de la campaña electoral, Colombia Soberana seguirá apoyando y procurando orientar y dirigir los reclamos populares hacía los objetivos principales que demanda la lucha por la Soberanía Nacional y una verdadera Nueva Democracia para nuestra patria. Nos inspira la firme convicción que, con paciencia y una visión estratégica no orientada por forzadas tácticas momentáneas, irá construyendo una corriente y una organización que en medio de ingentes obstáculos puedan presentar en futuras contiendas comiciales una remozada generación de tribunos y fogoneros, hombres y mujeres, con el espíritu inculcado por Francisco Mosquera y revalidado por Héctor Valencia cuando orientaron: ¡Vamos a la lucha electoral!
[1] Mosquera, Francisco. “Hagamos del debate un cursillo que eduque a las masas”. Tribuna Roja Nº 27, primera quincena de agosto de 1977 http://prueba.moir.org.co/2005/05/01/hagamos-del-debate-un-cursillo-que-eduque-a-las-masas/