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Aurelio Suárez

Ingeniero industrial de la Universidad de los Andes. Estudios complementarios de gerencia de organizaciones comerciales en ICESI. Catedrático de varias universidades en temas de economía como la Universidad de Pereira, la Universidad Popular de Risaralda y la Universidad Externado de Colombia. Fundador de la Unión Cafetera Colombiana en 1985, así como de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria. Fue elegido como diputado de la Asamblea Departamental de Risaralda en 1995. Fue candidato al Concejo Distrital de Bogotá en 2007. En 2011 fue candidato a la Alcaldía de Bogotá por el Polo Democrático Alternativo. Ha realizado consultorías para diversas entidades como Fenalco, FESCOL, CEDETRABAJO y OXFAM Colombia. Es un analista económico y político ligado a actividades de fomento y coordinación de organizaciones cafeteras y agropecuarias. Panelista en Blue Radio. Columnista en periódicos como El Tiempo, El Espectador y la revista Semana.

Colombia no cambia y hace fila hacia el trasero de Trump

En la globalización las firmas de Estados Unidos se instalaron en China por la ventaja absoluta. Ahora Trump "corrige" con arbitrario arancel global y el Gobierno de Petro de Colombia acepta negociar. Hará peor el TLC.

La mayor mentira económica de los últimos años es que hay libre comercio mundial. Contra los textos clásicos, de David Ricardo y Paul Krugman, Eduardo Sarmiento demostró que en la actual organización la ventaja mercantil no es la “comparativa”, sino la absoluta, en especial para bienes que se pueden producir en todas las latitudes.

¿Qué es la ventaja absoluta? Intervenciones de los Estados para tomarse los mercados externos con bajos salarios, subsidios públicos a la producción y al comercio, aranceles selectivos, barreras en normas técnicas y sanitarias, devaluación de las monedas para abaratar exportaciones y encarecer importaciones, bajas tasas de interés para las ramas de exportación y control de la oferta como en el petróleo, que es 7 por ciento del comercio global, con los países de la Opep, que administran uno de cada tres barriles.

Se busca que el comercio ayude a elevar el ahorro nacional para contribuir al crecimiento económico. Aunque el PIB mundial fue de 123,47 billones de dólares (millones de millones, constantes, FMI), el comercio internacional fue de 33 billones (UNCTAD), apenas uno de cuatro dólares de la economía.

¿Qué pasó en la globalización, definida por Kissinger como “otro nombre para el papel predominante de Estados Unidos en el mundo”? Los países asiáticos se las ingeniaron, mediante las ventajas absolutas, para ser los ganadores en ese juego de suma cero. Tanto es así que las multinacionales, con las norteamericanas a la cabeza, montaron allá eslabones de sus cadenas de suministro, y “aunque las empresas con inversión extranjera representan menos del 3 por ciento del total de empresas chinas, contribuyen con casi el 50 por ciento del comercio exterior de China, una cuarta parte del valor de la producción y una quinta de los ingresos fiscales”. El superávit chino es una criatura de esta globalización (https://www.registrationchina.com/articles/how-many-foreign-companies-in-china/).

Las “importaciones interempresariales” representan del 20 al 25 por ciento de las totales de Estados Unidos (BID, 2022) y forman parte de su comercio negativo. El déficit creció de -110.000 millones de dólares en 1990 a -422.000 en 2001, cuando entró China a la OMC, a -832.000, en la crisis de Wall Street en 2008, y a -918.400 en 2024. De esa suma, con China es de -295.400, con la Unión Europea de -235.600, con México de -171.800, con Vietnam de -123.500 y con Irlanda, Taiwán, Japón, Corea del Sur, Canadá, India y Tailandia, entre -45.000 y -87.000. Con Colombia tiene superávit (US Census Bureau).

El plan arancelario de Trump es atraer algo de los empleos y de la producción desplazados y aliviar un poco el déficit fiscal recurrente, en el que influye el ingente desfase comercial. Desató la “guerra”, que tuvo una explosiva fase inicial y que mantiene con China en niveles superlativos, pero puso en vilo al resto, que, por mantener sus ventas en la mayor economía del mundo, hacen fila, según su vulgar expresión, para “besarle el trasero”.

El humillante ejercicio pasará por los requerimientos que Estados Unidos tiene, en un informe de 397 páginas denominado Foreign Trade Barriers (USTR, 2025), para más de 60 países y la Unión Europea. Deben acatarse para no ser gravados con el 10 por ciento de arancel.

Para Colombia exigen factura electrónica, solucionar certificaciones “redundantes” para algunas autopartes; no aplicar el etiquetado andino especial para cosméticos; subsanar los mínimos de ácido láctico para leche en polvo y la prohibición de reconstituirla en líquida; eximir a establecimientos estadounidenses de “engorrosas” auditorías sanitarias para huevos, mariscos y lácteos; eliminar los acuerdos intergubernamentales para ciertas contrataciones en defensa; combatir la piratería de productos, señales digitales y contenidos sin licencia; abolir la protección a agentes locales para arbitrar contratos de franquicia; definir normas iguales para vendedores electrónicos de bienes y servicios, residentes y no residentes, y, relacionada con la reforma laboral, cumplir cláusulas del capítulo 17 del TLC.

Para quienes reaccionaron de que se “violaban el TLC y la OMC”, la noticia es que, antes bien, se ajustarán aún más a los inicuos intereses de Estados Unidos, y, para los que declararon el fin de la globalización, esta sigue viva con un desenlace incierto por los múltiples factores que incidirán, pero con los flujos internacionales de inversión directa, la principal de sus expresiones, por 1.332 billones de dólares en 2024, 40 veces el comercio (UNCTAD).

Colombia anunció que procurará negociar. De nuevo Petro, ducho en “al son que me toquen bailo”, se pone de hinojos ante la política exterior de USA y se ha enlistado en la ominosa fila del “besuqueo” a Trump.

Columna de opinión tomada de Revista Semana.
Publicada el 16 de abril de 2025.

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Ingeniero industrial de la Universidad de los Andes. Estudios complementarios de gerencia de organizaciones comerciales en ICESI. Catedrático de varias universidades en temas de economía como la Universidad de Pereira, la Universidad Popular de Risaralda y la Universidad Externado de Colombia. Fundador de la Unión Cafetera Colombiana en 1985, así como de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria. Fue elegido como diputado de la Asamblea Departamental de Risaralda en 1995. Fue candidato al Concejo Distrital de Bogotá en 2007. En 2011 fue candidato a la Alcaldía de Bogotá por el Polo Democrático Alternativo. Ha realizado consultorías para diversas entidades como Fenalco, FESCOL, CEDETRABAJO y OXFAM Colombia. Es un analista económico y político ligado a actividades de fomento y coordinación de organizaciones cafeteras y agropecuarias. Panelista en Blue Radio. Columnista en periódicos como El Tiempo, El Espectador y la revista Semana.

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