Alexander Alberto Iguarán. Fotografía particular.
Periódico SOBERANÍA: Mientras conversamos, afloran menciones al buen pasado, pero no sucede igual con el presente.
Alexander Alberto Iguarán: Mire, lo primero es recordar que para el Wayuú la pesca, más que subsistencia, ha sido un modo de vida, una relación compenetrada con lo espiritual y las otras especies. Es el modo de vida Apalanchi, hombre del mar. Uno sale desde pequeño a retirar las redes, asas o pelambres. Preparamos embarcaciones de madera que nos den cuatro o cinco días en el mar, las condiciones son adversas, el frío, los vientos, lluvias, sol intenso, corrientes que cambian muy de repente… Es tanto nuestro arraigo cultural, que teníamos un pescador mudo, no hablaba, pero su conexión con el mar lo llenó de habilidades, ese tipo era el sonar de todos, se sumergía, buceaba, y cuando había tiburón nos pelaba el diente, pero cuando los rechinaba, es que había buen pescado.
Pero toda esa riqueza en el contexto actual del saqueo de los recursos naturales en La Guajira y las problemáticas sociales heredadas, ocasiona el desplazamiento de nuestra población hacia zonas urbanas.
Quienes se van adquieren otros medios de vida. Desde la alimentación, por ejemplo, la comida chatarra empieza a hacer parte de su dieta, entonces los saberes gastronómicos como la Shapülana Yajauishii, comidas a base de pez y ovino caprino, se van perdiendo.
Fotografía de la Asociación Binacional de Pescadores, productores, acuicultores y transportadores de la comunidad indígena Wayuú.
Periódico SOBERANÍA: ¿Qué factores influyen en este fenómeno de mengua de la actividad?
Alexander Alberto Iguarán: Unos son propios del clima, lluvias excesivas, agrietamiento de grandes reservorios, cambios abruptos de temperaturas, la sedimentación, etc. Es tan complejo que hasta las lluvias ―que alguien podría pensar son deseadas―, tan excesivas y repentinas, terminan arrasando cultivos. Los jagüeyes, de vital importancia, se afectan y ni las administraciones locales ni el Gobierno Nacional están enfocados en planes de prevención y recuperación.
Crece la erosión costera y aumenta mucho la temperatura del agua, los peces buscan áreas más profundas y eso requiere otro tipo de embarcaciones. Pero pasa que hemos tenido que adaptar las nuestras a las traídas por el Estado que carecen de sistemas de navegación actualizados. Además, son embarcaciones con fibra y otras formas que requieren combustible y ahora que elevaron los precios los pescadores tienen otro motivo para parar.
Fotografía de la Asociación Binacional de Pescadores, productores, acuicultores y transportadores de la comunidad indígena Wayuú.
Periódico SOBERANÍA: En esos mares tan alterados, ¿Existe algún tipo de faro para los hombres del mar?
Alexander Alberto Iguarán: No, lo que hay es negligencia del Gobierno. Por eso hoy en día queda apenas un poco más de la mitad de los pescadores artesanales. Los que se resisten a desertar ya no pueden estar enfocados en cómo transmitir ese conocimiento sino en sobrevivir, subsistir, eso implica no vivir solo de la pesca, toca rebuscarse. Por eso hoy día la población pesquera indígena activa es de un 30 %.
Fotografía de la Asociación Binacional de Pescadores, productores, acuicultores y transportadores de la comunidad indígena Wayuú.
Periódico SOBERANÍA: ¿Como comunidades, qué han hecho para enfrentar la problemática?
Alexander Alberto Iguarán: Originariamente siempre nos hemos visto como comunidad pesquera apalanchi. El pescador es identificado en la población porque gran parte de ellos están en sus áreas en zonas costeras con actividad derivada de la pesca marítima. Entonces qué pasa, el Estado ha exigido ―por medios jurídicos― a las comunidades pesqueras organizarse en asociaciones y cooperativas. Pero la realidad es otra.
Periódico SOBERANÍA: ¿Por qué?
Alexander Alberto Iguarán: Por la pobreza, gran parte de la población indígena pesquera no ha podido estudiar. Entonces, para integrar esas asociaciones desde la visión normativa del Estado son necesarios ciertos conocimientos básicos administrativos. Esas herramientas de papel no resuelven el problema, terminan siendo otro obstáculo que sirven más a grandes negocios pesqueros en las urbes y no para los verdaderos pescadores.
Esos recursos para el sector no llegan directamente a los pescadores, para sus equipos, infraestructura y valor agregado como cadena de frío y tejido cultural. Parecido es con los intermediarios que llegan a buscar el producto, como ponen toda la cadena de frío, entonces el pescador tiene que dar el pescado a muy bajo precio.
Fotografía de la Asociación Binacional de Pescadores, productores, acuicultores y transportadores de la comunidad indígena Wayuú.
Periódico SOBERANÍA: ¿Pero hay mínimos de fijación del precio para la pesca de las comunidades?
Alexander Alberto Iguarán: No, los productos oscilan en el mercado. Además no es la única fuente, también hay competencia desleal. Por la frontera entran productos pesqueros de Venezuela, abaratando nuestro producto. Es complejo, hay permisividad en las zonas de alto índice. Legalizan el producto con el carnet de los pescadores, el certificado de origen del producto, sin una verdadera fiscalización en medio de poca oferta y demanda alta. Como todos saben, Maicao no tiene mar, pero es el que más aporta recursos pesqueros y donde están la mayor cantidad de pesqueras del interior y venezolanas.
Por otro lado, hay zonas que mediante resolución definen las millas náuticas para salvaguardar la actividad, pero hay cosas difíciles de entender porque están colocando un área de reserva dentro de un área minera como en Puerto Bolívar. Y omiten factores como los del Cerrejón sacando carbón, impactando estas zonas costeras con las virutas, como han dicho varios análisis; o como acostumbra a decirse acá, “ya hasta los peces comen carbón”.
Periódico SOBERANÍA: ¿Y el Gobierno Nacional?
Alexander Alberto Iguarán: Para el Gobierno, Corpoguajira y la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP) todo va bien, pero es lo contrario. En zonas del Cabo de la Vela unos crean un Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI), pero están licenciando proyectos offshore, algunos de ellos casi al frente de esta área que dicen estar protegiendo para la vida marina. Y los otros hablan de áreas de reserva especial, pareciera que no están de acuerdo entre las mismas instituciones.
Al final, más que por salvaguardar la ecología submarina, es por negocios, como los del hidrógeno, para saquear los recursos marinos y otros naturales, contra la soberanía nacional.
El Gobierno Nacional está siendo permisivo con los despojos de nuestros territorios, cohibiéndonos de verdaderos beneficios, educación, salud y alimentos. Mire usted un ejemplo, por tradición muchos partos son atendidos en el territorio y un indicador de tantas carencias es que ahora un altísimo número son prematuros por el bajo peso de las madres a las que le quitaron, entre otras, la oportunidad de comer buen pescado.
Periódico SOBERANÍA: Proyectos de transición energética como los que menciona, al interior del país son vendidos como una especie de “bienvenidos al progreso”.
Alexander Alberto Iguarán: Ver desde la costa o las embarcaciones esas grandes torres flotantes y otras enterradas en lecho marino, es ver instalar impactos para las comunidades pesqueras y el resto de La Guajira. Las que son enterradas deben estar más cerca a las costas, entre más grande, mayor estabilidad necesitan. Y las vibraciones y su presencia alejan los peces, sumándole a los problemas de la navegabilidad, y en aguas adentro impacta las zonas productivas. Y las estaciones pesqueras quedan a más de seis horas. Para las comunidades, antes que progreso, nos ofrecen despojos territoriales y la pérdida de nuestra cultura y soberanía.
Fotografía de la Asociación Binacional de Pescadores, productores, acuicultores y transportadores de la comunidad indígena Wayuú.