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Aurelio Suárez

Ingeniero industrial de la Universidad de los Andes. Estudios complementarios de gerencia de organizaciones comerciales en ICESI. Catedrático de varias universidades en temas de economía como la Universidad de Pereira, la Universidad Popular de Risaralda y la Universidad Externado de Colombia. Fundador de la Unión Cafetera Colombiana en 1985, así como de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria. Fue elegido como diputado de la Asamblea Departamental de Risaralda en 1995. Fue candidato al Concejo Distrital de Bogotá en 2007. En 2011 fue candidato a la Alcaldía de Bogotá por el Polo Democrático Alternativo. Ha realizado consultorías para diversas entidades como Fenalco, FESCOL, CEDETRABAJO y OXFAM Colombia. Es un analista económico y político ligado a actividades de fomento y coordinación de organizaciones cafeteras y agropecuarias. Panelista en Blue Radio. Columnista en periódicos como El Tiempo, El Espectador y la revista Semana.

La genuflexión mamerta es el secreto del “éxito”

La “izquierda”, que guarda silencio ante graves disparates y escandalosos chanchullos, alaba la sumisión de Colombia a las políticas impuestas por Estados Unidos

Francisco Mosquera, que dedicó su vida a las luchas por una nueva democracia y además estudioso profundo de la sociedad, esclareció en sus análisis que en la historia del “izquierdismo” de nuestro país, echaron primero raíces dos graves desviaciones: las de los conciliadores con el régimen neocolonial y las del infantilismo extremista.

Ambas desviaciones siguen vigentes y han tenido “éxito”. Conciliar con el poder les ha alcanzado resonancia, pero a la vez ha sembrado confusión sobre las posiciones consecuentes y genuinas para la transformación nacional y democrática de Colombia.

La historia tiene casi un siglo. Está ahí registrado el respaldo incondicional de la “izquierda” a la administración de López Pumarejo y su “revolución en marcha”. Resulta reveladora la frase del mismo López Pumarejo cuando hablaba de “mi pequeño partido liberal”, haciendo referencia entusiasmado a esa “izquierda” que lo apoyaba de manera incondicional, seducida por la implantación del Código Laboral y de varias posiciones “obreristas”. Esa “izquierda” que no puso ningún reparo a las laxas concesiones otorgadas por la “revolución” de López a las compañías petroleras, ni tampoco al tratado de libre comercio firmado entonces con Estados Unidos, que fue un tiro de gracia a la incipiente producción agrícola e industrial.

Esa misma “izquierda” se alineó, en los tiempos de la segunda guerra mundial, con la corriente del comunista norteamericano Earl Browder, quien respaldó a Roosevelt y a todas las acciones bélicas de los Estados Unidos. Es, de ese espectáculo de genuflexión permanente ante los poderes dominantes, que brotó el término “mamertos” (https://semanariovoz.com/mamertos/).

Inspirados en la resistencia campesina liberal después de 1948; reducidos grupos, la mayoría estudiantiles, formaron a finales de los años cincuenta guerrillas en contra de los gobiernos del Frente Nacional, haciendo una aplicación errónea de la revolución cubana.

Al grito de “con hambre, no hay paz”, el mamertismo adicionó el foquismo como ingrediente en la táctica de combinación de todas las formas de lucha. De ese proceder dijo Francisco de Roux: “su confrontación armada se empeora cada vez más, mezclada con el narcotráfico hasta que prácticamente pierde la ruta” (El Tiempo, 1/6/22). Se conjugaron, así, los dos oportunismos.

Esa “izquierda” también coqueteó con López Michelsen y Betancur, a quienes “apoyaba lo bueno y criticaba lo malo”. Con la caída del Muro de Berlín, desembocó en la Constitución del 91 –incluido su neoliberalismo– y, luego, como consecuencia de la alianza de regimientos de la fuerza pública y paramilitares, con la anuencia del Departamento de Estado de Estados Unidos, sufrió la más execrable operación de persecución y exterminio (Frechette, El Espectador 28/4/17).

La contemporización volvió con el Gobierno de Petro. La “izquierda”, que guarda silencio ante graves disparates y escandalosos chanchullos, alaba la sumisión de Colombia a las políticas impuestas por Estados Unidos, no objeta su intromisión por funcionarios de todo rango de USA, del Comando Sur o de la DEA en la política pública social, en la seguridad nacional, en la justicia, en “las reformas”, en las fuerzas armadas, en la construcción de bases militares, en las relaciones internacionales o en el medio ambiente.

Ni qué decir de su sujeción en política económica. El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, el BID, la Ocde y demás organismos internacionales, calificados otrora como “traficantes de la pobreza” (1984) o centros del capitalismo financiero global, son las instituciones que ahora se acatan en normas fiscales, monetarias y cambiarias. Se celebra el pago prioritario de la deuda pública con impuestos a la canasta familiar y a los combustibles y el menor gasto público en pensiones, la revaluación y la “macroeconomía restrictiva” aplaudida por el FMI.

Con regocijo, Petro se compromete con la estrategia norteamericana de Alianza por la Prosperidad Económica (APEP) que construye un mercado único con Barbados, 8 países con TLC, Uruguay y Ecuador.

Se hacen constantes las expresiones oficiales que justifican la violencia, de la que “esa distancia social y desigualdad es la causa fundamental” (Petro, New York, 17/9/23), y se “resignifican” infaustas aventuras guerrilleristas del pasado.

Con el goce sabroso de presupuestos, contratos y burocracia, Petro y la “izquierda” repiten la mezcla de la capitulación frente a los poderes externos e internos instituidos con el discurso extremoso; práctica inveterada que estropea la justa causa de construir una Colombia autónoma y democrática. Esa es hoy, la clave del “éxito” del mamertismo, celebrado el primero de mayo de 2024 como el día de Petro.

Columna de opinión tomada de Revista Semana.
Publicada el 3 de mayo de 2024.

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Ingeniero industrial de la Universidad de los Andes. Estudios complementarios de gerencia de organizaciones comerciales en ICESI. Catedrático de varias universidades en temas de economía como la Universidad de Pereira, la Universidad Popular de Risaralda y la Universidad Externado de Colombia. Fundador de la Unión Cafetera Colombiana en 1985, así como de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria. Fue elegido como diputado de la Asamblea Departamental de Risaralda en 1995. Fue candidato al Concejo Distrital de Bogotá en 2007. En 2011 fue candidato a la Alcaldía de Bogotá por el Polo Democrático Alternativo. Ha realizado consultorías para diversas entidades como Fenalco, FESCOL, CEDETRABAJO y OXFAM Colombia. Es un analista económico y político ligado a actividades de fomento y coordinación de organizaciones cafeteras y agropecuarias. Panelista en Blue Radio. Columnista en periódicos como El Tiempo, El Espectador y la revista Semana.

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