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Aurelio Suárez

Ingeniero industrial de la Universidad de los Andes. Estudios complementarios de gerencia de organizaciones comerciales en ICESI. Catedrático de varias universidades en temas de economía como la Universidad de Pereira, la Universidad Popular de Risaralda y la Universidad Externado de Colombia. Fundador de la Unión Cafetera Colombiana en 1985, así como de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria. Fue elegido como diputado de la Asamblea Departamental de Risaralda en 1995. Fue candidato al Concejo Distrital de Bogotá en 2007. En 2011 fue candidato a la Alcaldía de Bogotá por el Polo Democrático Alternativo. Ha realizado consultorías para diversas entidades como Fenalco, FESCOL, CEDETRABAJO y OXFAM Colombia. Es un analista económico y político ligado a actividades de fomento y coordinación de organizaciones cafeteras y agropecuarias. Panelista en Blue Radio. Columnista en periódicos como El Tiempo, El Espectador y la revista Semana.

En un tercio del gobierno Petro, la recolonización no se detiene

La historia dirá que el Gobierno de Petro fue uno más que, tras la mampara del fingido recambio, ahondó el neocolonialismo en Colombia, así va “el negocio, socio”.

Con 16 meses de gobierno, la tercera parte del periodo de 48, el balance de Petro define su personalidad y estilo y la consistencia de su “modelo”: economía en terreno negativo, recrudecimiento de la violencia, escándalos de su círculo cercano, desorden político y gubernamental y, ante todo, menoscabo de la soberanía nacional.

Pese a que Petro ha recurrido a la movilización “popular”, su principal soporte es, sin duda, el Gobierno de Estados Unidos. A 48 horas de la victoria electoral, recibió la llamada validadora de Joe Biden, con quien había advertido que, junto con Francia Márquez, tenían “agenda común”.

El libreto colonial se da en la economía, en la integridad territorial, en la creciente injerencia norteamericana en asuntos de seguridad y defensa y en una amplia gama de áreas como la justicia, la reforma rural, la política social y la laboral en la que el Departamento de Trabajo empuja la reforma con ahínco.

La sumisión petrista a Estados Unidos en la economía trasciende el acatamiento a los nocivos dictados del FMI o el reversazo en la renegociación del perjudicial TLC. Avanza en las aperturas con la adhesión de Colombia a la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica (Apep), en construcción entre la superpotencia y 11 países, la mayoría con TLC, en un símil del Alca, malogrado en 2003. Petro con malicia la bautiza Alianza para el Progreso, pese a que vendrán más asimetrías contrarias y entregas del mercado interno.

La economía colombiana se sigue guiando por el libre comercio y el capital extranjero como variable de cierre. A septiembre, la balanza comercial tenía un déficit de 10.207 millones de dólares (Dane), financiado con inversión extranjera por otros 10.389 (Banrep), en busca de jugosos retornos o primas de riesgo de 300 puntos (Embi-Invenómica), como los 2 billones de pesos invertidos en los últimos meses, o para que las filiales paguen impuestos, pero con salidas por 17.112 millones (Banrep), de lo cual resultan, al final, cuentas externas en rojo por más de 7.000 millones de dólares al cierre del tercer trimestre. Es la historia de tres decenios, por la que la deuda pública creció 50 billones de pesos de septiembre de 2022 a septiembre de 2023 (MinHacienda).

En seguridad, Petro permite la estación del Departamento de Estado en Gorgona para controlar el tránsito en el “Paisaje Marino Oriental Tropical”; Colombia fue anfitrión de la Operación Unitas y, en otra concesión, construirá “en Pereira una base especializada en la lucha contra el tráfico de drogas, operada con apoyo de inteligencia norteamericana”, una más (RCN, 13/07/23).

En Washington, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, se reunió con la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, y anunció que “el Pentágono está creando nueve centros de excelencia en el mundo, de los cuales dos estarán en Colombia y funcionarán como centros de mantenimiento de industria militar”, construidos con el apoyo del Grupo Social y Empresarial de la Defensa de Colombia (GSED). Así se ata la manufactura castrense nacional al complejo bélico norteamericano (@mindefensa/8/11/23).

En la justicia, el ministro Osuna confesó en Blu Radio que la política antidrogas es “holística”, según la llaman en Norteamérica, y destaca el seguimiento constante a la “cooperación judicial que tenemos entre Colombia y el Gobierno de los Estados Unidos (…) que está fortalecida” (MinJusticia, 22/6/23). Igual o mayor injerencia hay en asuntos como “el capítulo étnico” del Acuerdo de Paz, de la mano de Francia Márquez, o la de Usaid en la Reforma Rural Integral y en los múltiples objetivos de su “estrategia de cooperación”, iniciada con Duque y extendida con Petro (ver CDCS https://www.usaid.gov/).

Estados Unidos no es ajeno a la charlatanería “verde” presidencial. Los beneficiarios finales de la apocalíptica retórica frente a la crisis climática serán los capitales financieros –de los grupos de “capital privado verde” de Al Gore– anidados en energías y negocios sucedáneos, para los cuales el Ministerio de Ambiente ya elaboró un Plan 2022-2030, sintonizado con “el fondo para catalizar inversión en soluciones innovadoras de financiación climática” que creará la Apep. Se pone en riesgo la soberanía energética en un modelo corporativo-financiero, que jerarquiza el ánimo de lucro en este estratégico sector (https://www.minambiente.gov.co/negocios-verdes/plan-nacional-de-negocios-verdes/).

Las celebraciones del Pacto Histórico por el exitoso entreguismo, justificado con rebuscadas elucubraciones antifascistas, serán vanas: la historia dirá que el Gobierno de Petro fue uno más que, tras la mampara del fingido recambio, ahondó el neocolonialismo en Colombia, así va “el negocio, socio”.

Columna de opinión tomada de Revista Semana.
Publicada el 7 de diciembre de 2023.

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Aurelio Suárez

Ingeniero industrial de la Universidad de los Andes. Estudios complementarios de gerencia de organizaciones comerciales en ICESI. Catedrático de varias universidades en temas de economía como la Universidad de Pereira, la Universidad Popular de Risaralda y la Universidad Externado de Colombia. Fundador de la Unión Cafetera Colombiana en 1985, así como de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria. Fue elegido como diputado de la Asamblea Departamental de Risaralda en 1995. Fue candidato al Concejo Distrital de Bogotá en 2007. En 2011 fue candidato a la Alcaldía de Bogotá por el Polo Democrático Alternativo. Ha realizado consultorías para diversas entidades como Fenalco, FESCOL, CEDETRABAJO y OXFAM Colombia. Es un analista económico y político ligado a actividades de fomento y coordinación de organizaciones cafeteras y agropecuarias. Panelista en Blue Radio. Columnista en periódicos como El Tiempo, El Espectador y la revista Semana.

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