El precio de la gasolina en Colombia: una refutación integral

El 15 de abril de 2021, Iván Duque propuso una reforma tributaria para sacarnos 23,4 billones de pesos en un año y millones de personas salimos protestar.

El 1º de octubre de 2022, Gustavo Petro empezó a subirle el precio a la gasolina y, si usted hace el cálculo con los datos del Sistema de Información de Combustibles del gobierno, puede corroborar que ya nos han sacado 23,8 billones de pesos.

Sin embargo, casi nadie ha salido a protestar y la pregunta es por qué.

Si usted le pudiera hacer esa pregunta al presidente Petro, él le diría que la reforma tributaria era algo que Duque quería hacer, mientras que el aumento en el precio de la gasolina era algo que él tenía que hacer.

De hecho, Gustavo Petro no es el único protagonista de la política que dice que la gasolina tenía que subir:

·         Miguel Uribe ha dicho que subirle a la gasolina es una decisión responsable contra la cual el Centro Democrático no va protestar,

·         Germán Vargas Lleras ha celebrado la subida a la gasolina diciendo que todo el que se oponga es un populista,

·         Claudia López ha dejado ver su apoyo y ha dicho que la solución para el que no pueda pagar la gasolina es usar bicicleta

·         y Sergio Fajardo ha repetido que subirle a la gasolina es una de las “cosas buenas” que este gobierno ha hecho.

Con eso, usted puede llegar a la conclusión de que, si todos ellos están de acuerdo en que el gobierno tenía que subirle a la gasolina, entonces el gobierno tenía que subirle a la gasolina.

Pero también puede averiguar por usted mismo si el gobierno tenía que subirle a la gasolina, o no.

Si usted lee la estructura de precios que publica la Unidad de Planeación Minero Energética del gobierno, puede comprobar que los más de $16.000 que usted paga por cada galón de gasolina son la suma de

·         casi $11.000 que van para el productor de la gasolina,

·         casi $3.000 que van para los impuestos.

·         y poco más de $2.000 que van para el transporte y la distribución.

(Cifras de enero de 2025, para Bogotá)

Si usted lee todas las normas de la estructura tarifaria de la gasolina que publica la Comisión de Regulación de Energía y Gas del gobierno, puede comprobar que los impuestos, el transporte y la distribución suben cuando el precio pagado al productor sube y bajan cuando el precio pagado al productor baja.

Ese precio que se le paga al productor se calcula con una fórmula establecida en la Resolución 181602 de 2011 que es bastante compleja, pero que en resumen dice tres cosas.

1.      Que el encargado de decidir cuánto va a costar la gasolina cada mes es el Ministerio de Minas y Energía.

2.      Que el Ministerio de Minas y Energía tiene que calcular cuánto ganaría el que produce la gasolina en Colombia, si vendiera esa gasolina en Estados Unidos.

3.      Que el Ministerio de Minas y Energía tiene que subir el precio que se le paga al que produce la gasolina en Colombia cuando ese precio está por debajo de lo que ese productor ganaría si vendiera esa gasolina en Estados Unidos.

Ese era el escenario que había cuando Gustavo Petro llegó a la presidencia y, por lo tanto, usted puede llegar a la conclusión de que, si una norma dice que el precio de la gasolina tenía que subir, entonces, el gobierno tenía que aplicar esa norma.

Pero también puede averiguar por usted mismo si el gobierno tenía que aplicar esa norma, o no.

Si el presidente quisiera dejar de aplicar la Constitución, no podría hacerlo, porque esa constitución surgió de un poder superior al suyo que es el de la Asamblea Nacional Constituyente y solo se puede modificar si se convoca otra Asamblea Nacional Constituyente.

Si el presidente quisiera dejar de aplicar una ley, tampoco podría hacerlo, porque esa ley surgió de otra rama del poder público, que es el Congreso, y solo la puede modificar el Congreso.

Pero, si el presidente quisiera dejar de aplicar un decreto o una resolución, como la Resolución 181602 de 2011, sí podría hacerlo, porque el encargado de expedir ese tipo de normas y de modificarlas es el mismo presidente.

La Resolución 181602 de 2011 no es la aplicación de una norma superior que diga que tenemos que pagar el precio de la gasolina de Estados Unidos.

La Resolución 181602 de 2011 es la aplicación de una norma superior que dice que el gobierno es el encargado de dirigir la economía, y lo que el gobierno hace con ella es utilizar ese poder para hacernos pagar el precio de la gasolina de Estados Unidos.

(…) Que de acuerdo con el artículo 334 de la Constitución Política, la dirección general de la economía estará a cargo del Estado y este intervendrá por mandato de la ley en la producción, distribución, utilización y consumo de los bienes para racionalizar la economía, con el fin de conseguir el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes. (…)

Esto quiere decir que, si nuestros gobernantes hubieran querido que el precio de la gasolina no subiera, podrían haberlo impedido, y, si quisieran bajarlo en este momento, también podrían hacerlo, porque bastaría con una simple firma del presidente o del ministro de Minas y Energía para derogar o modificar la Resolución 181602 de 2011.

En otras palabras, desde el punto de vista jurídico, si la gasolina ha subido, es porque nuestros gobernantes han querido que suba.

Lo anterior es un hecho innegable, pero los protagonistas de la política no se han quedado en lo jurídico, sino que también han dado otras 5 justificaciones por las que tenemos que pagar el precio de la gasolina de Estados Unidos.

De nuevo, usted puede llegar a la conclusión de que, si ellos tienen 5 justificaciones por las que tenemos que pagar la gasolina al precio de Estados Unidos, entonces tenemos que pagar la gasolina al precio de Estados Unidos.

Pero también puede averiguar por usted mismo, si tenemos que pagar la gasolina al precio de Estados Unidos, o no.

La primera justificación es que, si no pagamos la gasolina al precio de Estados Unidos, el que produce la gasolina en Colombia se la va a llevar a Estados Unidos, o a cualquier otra parte donde se la paguen mejor acá, y nosotros nos vamos a quedar sin gasolina.

El problema es que esa justificación no dice quién produce la gasolina en Colombia y quién decide qué se hace con esa gasolina.

La gasolina se produce a partir del petróleo en unas instalaciones que se llaman refinerías.

Si usted busca cuáles refinerías hay en Colombia, puede comprobar que todas las que hay son propiedad de Ecopetrol.

O sea, que Ecopetrol es la única empresa que produce gasolina en nuestro país.

Si usted consulta la Ley 1118 de 2006, puede comprobar que Ecopetrol es una empresa del gobierno, que controla el 80 % de sus acciones y que puede escoger o cambiar a los directivos, que son los que toman todas las decisiones.

O sea que Ecopetrol no puede hacer nada que el gobierno no le permita hacer.

“Una vez emitidas y colocadas total o parcialmente las acciones de qué trata la presente Ley, la sociedad quedará organizada como una Sociedad de Economía Mixta de carácter comercial, del orden nacional, vinculada al Ministerio de Minas y Energía; (…)

En el proceso de capitalización autorizado en el artículo 1º de esta ley, se garantizará que la Nación conserve, como mínimo, el ochenta por ciento (80%) de las acciones, en circulación, con derecho a voto, de Ecopetrol S. A. (…)

Una vez constituida como sociedad de economía mixta, será dirigida y administrada por la Asamblea General de Accionistas, la Junta Directiva y el Presidente de la sociedad, de acuerdo con lo que señalen sus estatutos. La Asamblea General designará los miembros de la Junta Directiva y esta, a su vez, designará al Presidente”.

Eso quiere decir que la única forma en la que el único productor de gasolina en Colombia podría decidir llevársela a otro país sería que el gobierno quisiera que eso pasara.

La segunda justificación es que Colombia no puede producir toda la gasolina que necesita y, por lo tanto, tenemos que traer gasolina de Estados Unidos, o de otros países que lo venden a ese precio.

El problema con esa justificación es que, si usted mira los reportes trimestrales de Ecopetrol puede comprobar que sus refinerías nunca utilizan toda su capacidad y si mira los análisis de los expertos puede comprobar que nunca se ha invertido lo suficiente para ampliar aún más esa capacidad

Eso quiere decir que, si Ecopetrol no produce más gasolina en Colombia, es porque nuestros gobernantes no han querido que eso pase.

La tercera justificación es que Ecopetrol también es la única empresa que históricamente ha traído de Estados Unidos, o de otros países que lo venden a ese precio, y si no le pagamos ese precio, Ecopetrol pierde plata.

El problema es que, si usted estudia la historia de Ecopetrol, puede comprobar que esa empresa existió durante medio siglo ―entre 1951 y 1998― sin tomar el precio de Estados Unidos para cobrar la gasolina en Colombia, y que eso no la quebró, ni hizo que dejara de darle ganancias al Estado.

Al mismo tiempo, si usted observa la actualidad del mercado de gasolina en Colombia, puede comprobar que por primera vez en la historia Ecopetrol está empezando a perderlo, porque la subida del precio atrajo a otras empresas que ya están vendiendo gasolina de Estados Unidos y otros países en Colombia.

Eso quiere decir que, si Ecopetrol pierde plata con la gasolina, es porque nuestros gobernantes quieren que así sea.

La cuarta justificación es que, si nosotros no pagamos la gasolina al precio de Estados Unidos, la tiene que pagar el gobierno a través del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), quitándole plata a otros sectores como la educación, la salud y demás.

El problema es que esa justificación no explica cómo funciona ese Fondo ni qué tiene que pasar para que el gobierno tenga que pagar.

Si usted estudia el Decreto 1068 de 2015 y el Decreto 1451 de 2018, puede comprobar que el Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles es un “fondo-cuenta”, que la Corte Constitucional define como “un sistema de manejo de cuentas”, algo muy parecido a esos cartones donde los tenderos de barrio apuntan cuánto debe cada cliente.

ARTÍCULO  2.3.4.1.2. Estructura del FEPC. El FEPC, creado por el artículo 69 de la Ley 1151 de 2007, funcionará como un fondo cuenta sin personería jurídica, adscrito y administrado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, el cual tendrá como función atenuar en el mercado interno el impacto de las fluctuaciones de los precios de los combustibles en los mercados internacionales.

ARTÍCULO 1.1.6.1. Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles FEPC. Es un fondo cuenta sin personería jurídica, adscrito y administrado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, el cual tendrá como función atenuar en el mercado interno, el impacto de las fluctuaciones de los precios de los combustibles en los mercados internacionales.

Según esas normas, todos los meses, el gobierno debe calcular qué tan por debajo está el precio de la gasolina con respecto al de Estados Unidos y registrar en ese sistema cuánto se le debe a Ecopetrol por ese diferencial.

Si seguimos con nuestra metáfora, habría que decir que Ecopetrol es la tienda y el gobierno es el cliente.

Sin embargo, como el gobierno es el que controla Ecopetrol, el nombre que está anotado en ese cartón llamado Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles no es el nombre de cualquiera de los vecinos del barrio, sino el nombre del propio dueño de la tienda.

Si un tendero anota en un cartón con su nombre todas las cosas que toma de su tienda para usarlas en su casa, hay que felicitar a ese tendero, porque es muy organizado.

Pero si el tendero utiliza ese cartón para decirle a sus hijos y a su mujer que no puede pagarles el colegio ni las medicinas porque está muy endeudado con la tienda que él mismo maneja, hay que criticar a ese tendero, porque está haciendo las cosas mal.

El Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles sí está establecido en la Ley 1151 de 2007 y la Ley 819 de 2016 que el presidente no puede cambiar sin acudir al Congreso, pero usted puede comprobar que lo único que esas leyes dicen es que el gobierno debe crear un mecanismo para estabilizar los precios y que a través de ese mecanismo se debe llevar el registro de cuentas que mencionamos.

La obligación de pagar esas cuentas solo está establecida en el Decreto 1880 de 2014 que el presidente sí puede cambiar y, de hecho, usted puede comprobar que el gobierno puede definir el plazo que le dé la gana para hacer ese pago.

ARTÍCULO 6°. Pagos con cargo a los recursos del FEPC. El FEPC cancelará en pesos el valor correspondiente al cálculo y liquidación de la Posición Neta Semestral de cada refinador y/o importador dentro del plazo que defina el Ministerio de Minas y Energía y con base en la disponibilidad de recursos del FEPC. 

En palabras sencillas, incluso sin modificar esa norma, el tendero tacaño no tendría excusa para su tacañería, porque solo se vería obligado a sacar plata de su billetera para meterla en la caja de la tienda si él mismo se pone un ultimátum para su propia persona.

Esto quiere decir que, si se utiliza la excusa de la gasolina para quitarle plata a la salud, a la educación o cualquier otra cosa, o si se utilizan esas cosas como chantaje para subirle a la gasolina, es porque el gobierno quiere utilizarlas de esa manera.

La quinta y última justificación es que, si no se cobrara la gasolina a un precio caro como el de Estados Unidos, se estaría favoreciendo a los ricos y afectando al medio ambiente.

El problema es que esa justificación parte de bases equivocadas.

Si usted hace un cálculo con las últimas cifras disponibles del Registro Único Nacional de Tránsito y del DANE (no disponibles, citadas por Revista Motor y la ANDI), puede comprobar que casi el 80 % de los carros y las motos que hay en Colombia pertenecen a hogares de estratos bajos y medio-bajos.

Por otro lado, si usted consulta estudios internacionales sobre el tema, como los de la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe, puede comprobar que tanto en el país como en la región los aumentos al precio de la gasolina no sirven para bajar el consumo, sino para sacarle plata a la gente del bolsillo, porque la gente sigue usando su carro y su moto, porque no tiene buenas alternativas.

“Las elasticidades precio inferidas para América Latina sugieren que la respuesta al alza del precio es poco sensible, de modo que —en un entorno de rápido crecimiento— es muy probable que el consumo continúe aumentado. En todo caso, las bajas elasticidades precio pueden utilizarse por motivos recaudatorios. De este modo, una estrategia que procure contribuir al control de la demanda de gasolinas requiere, además, una estrategia de precios relativos o impuestos que reflejen el costo real de su consumo, medidas regulatorias tales como estándares de emisiones por kilómetro recorrido, limitaciones al tráfico vehicular, una infraestructura de transporte público adecuada, acompañada de ciclovías y áreas confinadas para peatones. Además, en un ámbito más general, se requiere la conformación de un estilo de desarrollo urbano consistente con estas medidas”.

Eso quiere decir que, si nuestros gobernantes le suben a la gasolina, no es por razones de justicia social ni de justicia ambiental, sino porque quieren que así sea.

Cuando se desmienten los argumentos jurídicos y las justificaciones de conveniencia, los protagonistas de la política se ven abocados a confesar que el verdadero origen de su postura es el Informe 19/344 del Fondo Monetario Internacional (FMI), donde esa institución le dijo a Colombia que tenía que subirle el precio a la gasolina.

Si usted busca qué es el Fondo Monetario Internacional en la página del Fondo Monetario Internacional verá que es una organización con sede en Estados Unidos que se proclama defensora de la estabilidad financiera, la productividad y el bienestar económico de todos los países del mundo.

Usted, por supuesto, puede quedarse con esa definición y llegar a la conclusión que, si una institución tan importante dijo que Colombia tenía que subirle el precio a la gasolina, entonces Colombia tenía que subirle el precio a la gasolina.

Pero también puede buscar las opiniones de los cientos de economistas, políticos y pensadores de todo tipo que tienen otra opinión.

De hecho, usted podría enfocarse en una sola de esas opiniones: la que produjo en el año 2000 la Comisión del Congreso de los Estados Unidos sobre Instituciones Financieras Internacionales, según la cual Estados Unidos utiliza el Fondo Monetario Internacional para alcanzar sus objetivos políticos y para proteger a sus inversionistas, violando la soberanía de los países pobres a los que les impide salir de la pobreza.

Los gobiernos del G7, en particular el de Estados Unidos, han utilizado el FMI como herramienta para la realización de sus designios políticos

Protegieron a los bancos estadounidenses y de otros países, a las instituciones financieras y a ciertos inversores, ocasionando al mismo tiempo desastres a los ciudadanos de los países endeudados.

Estos programas no han asegurado el progreso económico. Han minado la soberanía nacional y muy a menudo han obstaculizado el desarrollo de instituciones democráticas responsables capaces de corregir sus propios errores y de responder a los cambios que intervienen en la situación exterior.

Si usted lo piensa, lo que nos está pasando con la gasolina es un ejemplo perfecto de lo que haría un país rico para mantener su riqueza a costa de la pobreza de otro: obligarlo a que malvenda sus materias primas, como el petróleo, y a que compre bienes con valor agregado como la gasolina, impidiéndole que aproveche sus recursos en beneficio de su gente.

Más aún, si usted piensa en quiénes son los grandes ganadores con la subida del precio de la gasolina, puede notar que son los grandes tiburones del capitalismo financiero internacional, que tiene en Estados Unidos su metrópoli:

–          ellos son los que controlan a las empresas multinacionales que ya empezaron a quitarle a Ecopetrol el mercado de la gasolina en Colombia,

–          ellos son los que tienen la minoría de las acciones de Ecopetrol y se quedan con la parte de las ganancias que no va para las arcas del gobierno

–          y ellos son los acreedores en el espiral infinito de la deuda pública al que el gobierno ha destinado los recursos que obtiene con la subida de la gasolina.

Si usted lee ese Informe 19/344, o cualquier otro documento del Fondo Monetario Internacional, puede comprobar que nada de lo que esa institución le “recomienda” a los países es de por sí obligatorio, sino que cada gobierno de cada país decide si somete o no, y hasta dónde se somete.

Si usted hace un cálculo con las últimas cifras de producción y de consumo de petróleo y de sus derivados de la Agencia de Información Energética de Estados Unidos, encontrará que Colombia es un país supremamente privilegiado por la naturaleza.

De hecho, estamos dentro de los 20 países que tienen el mayor superávit de petróleo y sus derivados en todo el planeta.

Y si usted revisa el precio de la gasolina en cada uno de esos 20 países, en un portal como Global Petrol Prices, puede comprobar que solamente hay dos en los que la gasolina es más cara que en Colombia.

El primero es Canadá, donde la gasolina es 30 % más cara que en Colombia.

Sin embargo, si usted consulta las cifras del Banco Mundial, puede comprobar que la cantidad de riqueza que genera un canadiense promedio es seis veces más grande que la que genera un colombiana promedio.

El segundo es Noruega, donde la gasolina vale el doble que en Colombia.

Sin embargo, si usted consulta las cifras del Banco Mundial, puede comprobar que la cantidad de riqueza que genera un noruego promedio es doce veces más grande que la que genera un colombiano promedio.

Esto quiere decir que no existe un país en el mundo con tanta capacidad de producir petróleo y gasolina y tan bajo nivel económico como Colombia, en el que la gasolina sea tan cara como lo es hoy en Colombia.

Eso quiere decir que, en materia del precio de la gasolina, ningún gobierno de ningún país está tan sometido como el de Colombia.

En la página soberania.co usted puede encontrar la versión escrita de este video, con todas las normas, fuentes, cifras y cálculos que lo sustentan.

Esos elementos pueden servir para hacerle algunas preguntas a los protagonistas de la política, y sus pupilos, que ahora están volviendo a aparecer en nuestras redes y nuestros barrios, buscando votos para las elecciones del año que viene.

1.      ¿Por qué respaldan a candidatos y voceros de sus partidos que están de acuerdo con aumentar el precio de la gasolina y, por ende, el precio del diésel, que funciona igual?

2.      ¿Ustedes, sus candidatos, sus voceros y sus partidos estarían dispuestos a no aceptar las recomendaciones del FMI sobre la gasolina, a modificar las normas que hoy se utilizan para subirla, a fortalecer la capacidad de Ecopetrol para producirla en Colombia y a fijar un precio acorde a nuestra autosuficiencia y nuestra economía?

Si usted vuelva a las cifras de Global Petrol Prices y hace una lista con todos los países del mundo y compara el precio de la gasolina en cada país en septiembre de 2022 con el precio de la gasolina en ese mismo país en enero de 2025, puede comprobar que el aumento porcentual que vivió Colombia en ese período de tiempo es el segundo más grande de todo el planeta.

El único que nos supera es Haití, donde las protestas por ese aumento terminaron convirtiéndose en una guerra civil, y el único que se nos acerca por debajo es Nigeria, donde las protestas por ese aumento han dejado decenas de muertos y más de mil presos.

Eso quiere decir que, tal vez, las preguntas más importantes son las que tenemos que hacernos nosotros mismos

1.      ¿Por qué los millones de colombianos que nos movemos en motos, carros y buses que funcionan con gasolina no hemos salido a protestar en contra de este golpe a nuestro bolsillo?

2.      ¿Será que nos equivocamos en el 2021, cuando salimos a protestar para defender las cosas que nos interesan, o será que más bien nos estamos equivocando ahora, cuando no protestamos pensando que los grandes protagonistas de la política van a defender esas cosas por nosotros?

3.      ¿Por qué los grandes protagonistas de la política son capaces de esparcir tantas mentiras sin sonrojarse en la televisión, la radio y los periódicos, pero a nosotros nos da pena difundir una verdad en nuestros estados, perfiles o conversaciones?

Así como cada centavo que ellos nos sacaron fue sumando hasta llegar a 23,7 billones de pesos, cada persona con la que usted comparta esta reflexión puede sumar para cambiar las cosas.