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Adaljiza Lozano Sánchez

Ingeniera Agrónoma. Magister en desarrollo sostenible. Exgerente de la Cooperativa de Cafeteros Cafitolima. Líder de la Unión de Cafeteros de Colombia.

¿Bonanza cafetera para quién?

Los caficultores colombianos preguntan por qué con estos precios al alza, la prosperidad no llega a las zonas cafeteras, ni a sus fincas.

A pesar de que los precios de café a nivel internacional y nacional siguen con las mejores expectativas, según precios internos de referencia publicados por la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) se pasó de tener un precio promedio interno en septiembre del 2023 de $1.285.967 de pesos la carga, a $2.120.233 en septiembre del 2024 y a $2.800.000 en diciembre.

Teniendo en cuenta que estos precios de referencia son calculados con base en tres variables externas ―1) el precio del dólar del momento, 2) la cotización de la libra de café verde en la bolsa de NY y 3) el valor de la prima del café de Colombia―, el mercado es dominado por la volatilidad, influenciado por los especuladores en la bolsa de Nueva York y el poderío de las multinacionales.

De igual manera, CNN en Español ofrece un análisis en el que reseña que uno de los factores con mayor influencia a los aumentos de precio del café a nivel mundial es la afectación por cambio climático en países productores, aunado a una alta demanda influenciada por China, conflictos mundiales y el aumento valor de fletes por la alteración de rutas marítimas.

A pesar de lo anterior, los caficultores colombianos preguntan por qué con estos precios al alza, la prosperidad no llega a las zonas cafeteras, ni a sus fincas, como lo expresa el caficultor Carlos Arturo López en Quindío “el precio no irriga a los caficultores colombianos, el 95 % de las ganancias del mercado cafetero se queda en los países no productores de café, debido a la pérdida de valor agregado en el país, ya que esta se inicia a partir del grano que se exporta en bultos de café verde o almendra (sin pergamino o trillado) y no transformado”. 

Para el caso de los caficultores del Tolima, el precio de referencia no está siendo tenido en cuenta como base para la compra de café por parte de las agencias de particulares. Por ejemplo, Huber Porras de la vereda Curalito, Ibagué, relata que no le están pagando de inmediato. Toca dejar el café “fiado” hasta 8 días mientras que las Cooperativas no están comprando, porque no tienen fondos suficientes, situación replicada en varias partes del país.

¿Por qué con buenos precios de referencia nacional e internacional, los caficultores de Colombia no se están favoreciendo del todo? ¿Qué factores influyen de verdad en la regulación de precios del café a nivel interno? En la página de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) se puede leer que el servicio de garantía de compra es un mecanismo de comercio justo que garantiza a los productores colombianos la compra de su café, al mejor precio posible del mercado, con pago de contado, calculado de forma transparente, sin intermediarios y en lugares cercanos a sus fincas para evitar incurrir en costos elevados de transporte. Para cumplir esto se usa la capacidad logística y de acopio que ofrece la Federación de Cafeteros a través de 500 puntos de compra que son de propiedad de 33 Cooperativas de Caficultores.

Entonces, si todo gira alrededor de este servicio, ¿qué está pasando con la garantía de compra del café en Colombia? Para tratar de entender lo que los caficultores están diciendo, es necesario conocer cómo funciona ese mecanismo de “garantía” y cuál es el papel de las 33 cooperativas.

Imagen tomada de www.federaciondecafeteros.org (15 de noviembre de 2024).

Vienen a la memoria López y lo mencionado en el libro 90 AÑOS de la FNC, sobre lo sucedido a inicios de 1940, cuando la FNC decidió tener un papel más importante en las exportaciones de café, dominadas antes por extranjeros, creando así el Fondo Nacional del Café con recursos de parafiscalidad, destinando recursos para la compra del grano, evitando también que los productores se expusieran a la venta del mismo bajo las condiciones de compradores diferentes a la FNC, la cual necesitaba del grano para seguir aumentando las exportaciones, situación necesaria para mantener la cantidad de café mínima que debía comprar que le  permitiera seguir administrando los recursos de la parafiscalidad.

Es así, que también nacieron las cooperativas cafeteras, una iniciativa del gerente de su momento, Mariano Ospina Pérez, como una alternativa para disminuir la intermediación en la comercialización del grano llegando a comprar el 70 % de la cosecha en los años setenta. Sin embargo, en estos tiempos lo que reina es la intermediación y la FNC a través de las cooperativas solo compra el 20 % del café producido en el país. 

Entonces, en la práctica la FNC no tiene condicionado una cantidad mínima de compra del café para la administración de los recursos de la parafiscalidad que forman parte del Fondo Nacional del Café a pesar que tiene establecido en el contrato que debe promover y financiar el desarrollo del cooperativismo caficultor para lograr una eficiente comercialización, siendo el medio para garantizar la compra a los caficultores. Para lograr esto, la FNC debe apalancar las cooperativas con los recursos del Fondo y además delegar para su funcionamiento, una coordinación en comités departamentales.

Así las cosas, lo denunciado por López y Porras, del Quindío y Tolima, y otros cientos, expone graves fallas en la prestación del servicio de la garantía de compra del café por parte de la FNC. Y según datos de la última cumbre cafetera número 85 del pasado 8 de noviembre, las cooperativas cafeteras en los últimos diez años han pasado de comprar el 36 % al 15 % del café, y los recursos del Fondo para esa compra de café cayeron del 50 % al 45 %

Estamos ante una paradoja, precios altos del café a nivel internacional mientras el 50 % de las cooperativas no tienen cómo garantizar la compra del grano a nivel interno. Además, ante la desfinanciación que atraviesa el Fondo Nacional del Café, a causa de los incumplimientos de ventas a futuro agenciadas bajo la exgerencia de Roberto Vélez, no hay dinero para que las Cooperativas puedan comprar la mayor cantidad de café y de esta manera ejercer su rol de regulador de precio en el mercado local. Esto hace que los productores no reciban el precio publicado por la FNC, perdiendo hasta $500 mil pesos por debajo del mismo y encima deben dejarlo “fiado”, como lo ratifica Beatriz Calderón del Municipio de Venadillo en Tolima. ¿Bonanza cafetera para quién?

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Adaljiza Lozano Sánchez

Ingeniera Agrónoma. Magister en desarrollo sostenible. Exgerente de la Cooperativa de Cafeteros Cafitolima. Líder de la Unión de Cafeteros de Colombia.

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