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Andrés Bodensiek

Vocero del comité Salvemos Gorgona, certificado en Alimentos y Sostenibilidad del EIIS. M.Sc en Economía agrícola y de los alimentos en doble titulación entre SLU -Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas- y la Universidad de Bonn. Fui durante 3 años Investigador en la UExternado y Profesor asistente del seminario de Política agraria. Especialista en Derecho de Tierras de la misma casa de estudios. FIGRI en pregrado.

Balance de la COP16: el efecto Trump y las soluciones urgentes para el capital financiero global

Soluciones urgentes… para el capital financiero: Los Bonos de biodiversidad, las NACs y los intereses corporativos detrás de las sonrisas de la COP16.

Pocos días antes de la elección de Trump como presidente de los Estados Unidos terminó la COP16 de Biodiversidad en Cali. Las expectativas eran moderadas, pues como bien lo recordó el presidente Petro en el discurso inaugural todas las anteriores versiones han sido una sucesion de fracasos durante 30 años, y esta COP no fue la excepción. 

Con la elección de Trump como nuevo mandatario de EE.UU es previsible que se dificulte la implementación de los pocos compromisos adquiridos por la comunidad internacional en materia de biodiversidad, toda vez que no contarán con el concurso de la superpotencia. 

En materia de política interna, se espera que sea clausurada la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAAH por sus siglas en Inglés), siguiendo el plan de los ultraconservadores denominado “Projecto 2025”, y en política exterior es previsible el retiro, por segunda vez, del Acuerdo de París. Todo lo anterior dificultará la implementación de lo acordado la semana pasada en Cali.

Por ejemplo, el Gobierno de Gustavo Petro presentó como un gran avance el “Fondo Cali” que compromete a las empresas que utilizan bases de datos con material genético a pagar uno por ciento de sus utilidades o un 0,1 por ciento de sus ventas, los cuales son valores insignificantes. Además, como Estados Unidos no hace parte del Convenio de Biodiversidad Biológica, se exime a sus empresas de la obligación de contribuir con este. 

El objetivo principal de la COP16 era revisar los avances del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, adoptado en la COP 15 de 2022. Como quedo en evidencia durante la COP16, más que avances existen retrocesos. 

Cómo bien lo recordó el exministro de ambiente Manuel Rodríguez Becerra en una publicación en la red social X, la deuda ambiental de la comunidad internacional sigue siendo inmensa y pese a la existencia de estos eventos bianuales, más allá de la atención mediática que reciben, el balance a la hora de medir el alcance de los objetivos hasta el momento es poco alentador. 

Veamos el Objetivo 1, que versa sobre la conservación de la diversidad biológica, para ilustrar la difícil situación. Como señaló el Dr. Rodríguez Becerra en los últimos 50 años (1970-2020), el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre se redujo 73 %. De igual forma, América Latina y el Caribe presentan un preocupante descenso de 95 %, seguido de África (76 %) y Asia y el Pacífico (60 %). Por otra parte, la deforestación de los bosques tropicales crece, mientras la vida marina va en declive. 

Soluciones urgentes… para el capital financiero: Los Bonos de biodiversidad, las NACs y los intereses corporativos detrás de las sonrisas de la COP16

Foto: Uno de los grandes anuncios del Gobierno de Colombia fue la emisión de los llamados, “Bonos de biodiversidad”, al igual que los créditos de este tipo, inventados por el Foro Económico Mundial.

“Lo que proponemos de fondo es un nuevo pacto financiero”, escribió en El Tiempo la Ministra Muhamad en el marco del evento. Los grandes bancos y corporaciones llevaban semanas promocionando su participación en la COP16 como parte de su estrategia, ya habitual, de lavado verde, al que la ministra no es ajena.

Aunque Muhamad llegó a afirmar que la bioeconomía será el 3,3 % del PIB colombiano y creará 500.000 empleos, es conocido que los ganadores del mencionado “nuevo” pacto financiero son  Estado Unidos y los países industrializados. En la actualidad la economía verde global supera los 10 billones de dólares anuales, es decir, el 10 % del PIB mundial. Solo en Estados Unidos hay al menos 10 millones de empleos en este sector económico, en comparación con los 300.000 que hay en la industria de los combustibles fósiles.

La contracara de los 100 millones de dólares recaudos por Colombia para la conservación y anunciados por Petro como uno de los grandes logros del evento, son los profundos intereses de los grandes titanes del mundo financiero garantizados por medio de la participación de sus lobistas en este tipo de encuentros.

Un novísimo instrumento dentro del orden financiero que está detrás del negocio en el que quieren convertir a la  biodiversidad, son las denominadas Corporaciones de Activos Naturales (NACs). Las NACs, otra de las peligrosas ideas que auspicia el BID y la Fundación Rockefeller, son empresas fundadas con el objetivo de poseer los derechos sobre los servicios que brindan los ecosistemas naturales, como la purificación del agua, la captura de carbono y la biodiversidad. En esencia, estas corporaciones reconocen y valoran económicamente los beneficios que se obtienen de la naturaleza. Esto implica que los ecosistemas y sus beneficios -los servicios ecosistémicos- como producción de alimentos, turismo, agua etc., se convierten activos financieros con los que se especula en la Bolsa de Nueva York. 

El otro instrumento, anunciado con bombos y platillos por el gobierno colombiano en la COP16 son los Créditos de Biodiversidad. Según el Foro Económico Mundial con sede en Davos, Suiza, entidad que los inventó: “Los créditos de biodiversidad son un instrumento económico que puede utilizarse para financiar acciones que produzcan resultados positivos mensurables para la biodiversidad (por ejemplo, especies, ecosistemas, hábitats naturales) mediante la creación y venta de unidades de biodiversidad”. 

Estos instrumentos financieros abren las puertas a un control directo de estas entidades sobre dichas unidades, encaminado a la materialización de un futuro distópico creado por el gran capital global: sus derechos sobre inmensas porciones de tierra en países débiles, un fenómeno similar y comparable al acaparamiento de tierras que lleva gestándose décadas y que en la actualidad tiene su mejor ejemplo en Ucrania, donde al menos la mitad de las tierras aptas para la agricultura han sido vendidas directamente a grandes corporaciones, en sus mayoría norteamericanas.

La principal carta del gobierno Petro es el canje de deuda por clima, una apuesta que, debido al perfil de deuda externa de Colombia, es difícil de lograr y que hasta el momento solo tuvo eco con la delegación de Alemania. 

Aunque Petro prometió en campaña renegociar los TLC estos siguen vigentes y Colombia  no puede firmar compromisos que contradigan dichos tratados en cuanto a biodiversidad, en especial, el TLC con USA. Allí se contempla el acceso a material genético y patentes. 

Pesé a haberse logrado crear una “coalición mundial de paz con la naturaleza” el proyecto militar en la Isla Gorgona, cuyos impactos sobre los ecosistemas y la soberanía nacional son gigantescos, sigue vigente. De igual manera, aunque ha sido ratificado el Acuerdo de Escazú, la ministra Susana Muhamad, antaño activista a favor del mismo, hoy lo incumple pues la información completa sobre la licencia y los rublos de inversión sigue sin ser revelada.

Por fortuna no todo giró en torno al ambivalente e incoherente discurso oficial, también hubo varias protestas en la zona verde contra el proyecto militar en Gorgona, y un importante evento académico independiente, en la sede de Palmira de la universidad del Valle, la COP Crítica en el que se tocaron asuntos estructurales no tratados en la versión oficial y en cuyas ponencias se explicó, entre otros temas, la biopiratería que está lejos de ser resuelta por el fondo Cali y el cambio en el modelo de conversación por uno de mercado asociado a una intervención geopolítica del territorio a nombre de la seguridad global.

Mientras tanto, la COP16, como todas las COP, fue mucho anuncio y pocas logros concretos, sobre todo el esperado fracaso de la financiación que no se concretará en al menos dos años.

Para el cuidado de la biodiversidad se requiere mucho más que cumbres que, a pesar de lo rimbombantes son, en esencia, no vinculantes. No se le puede encomendar el cuidado del planeta a la buena fe de las superpotencias, en especial de los Estados Unidos y a la buena voluntad de grandes capitales financieros para los que todo, hasta los ecosistemas, son un nicho de inversión y una oportunidad de negocio. Petro y Muhamad, a sabiendas de lo anterior, se prestan para el engaño.

Columna de opinión tomada de La Silla Vacía.
Publicada el 8 de noviembre de 2024.

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Vocero del comité Salvemos Gorgona, certificado en Alimentos y Sostenibilidad del EIIS. M.Sc en Economía agrícola y de los alimentos en doble titulación entre SLU -Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas- y la Universidad de Bonn. Fui durante 3 años Investigador en la UExternado y Profesor asistente del seminario de Política agraria. Especialista en Derecho de Tierras de la misma casa de estudios. FIGRI en pregrado.

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