No sorprende la notable influencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) en todas y cada una de las medidas económicas adoptadas por el Gobierno Petro, cuya sumisión al modelo neoliberal es inocultable. Las cifras hablan.
A septiembre de 2023, el desempleo en Colombia era el primero de Suramérica, el 9,25 por ciento, y la inflación de 10,34, la tercera mayor entre 18 países de Latinoamérica (Bloomberg). El índice de miseria, la suma de los dos, fue 19,54, de los más altos en el siglo XXI.
Desempleo, inflación y miseria se conjugan con el crecimiento negativo de la economía del -0,3 por ciento, y con la caída de la formación bruta de capital, de la inversión –pública y privada– en bienes y servicios, que decreció -33,5 por ciento, en la misma tendencia decreciente que arrancó en marzo.
¿Cuáles son las causas del desmoronamiento de la inversión? El primer curso de macroeconomía enseña que es fruto del bajón del ahorro, esa parte del ingreso no gastada en consumo u obligaciones e impuestos, disponible para los hogares, de excedente para empresas, de ganancias a las sociedades financieras y de superávit al Gobierno. Es la base para invertir.
El ahorro nacional viene de capa caída. En junio de 2019 equivalía al 15,3 por ciento del PIB y en junio de 2023 cayó a 11,2. Hace un año las empresas fueron la fuente mayoritaria de ahorro para la economía y ahora son apenas la cuarta parte, cuando se derrumbó el -77 por ciento (Dane). Ese descenso del ahorro empresarial es el hecho económico más relevante y grave de Colombia en 2023.
No solo porque a junio los ingresos de las firmas habían menguado -25,7 por ciento (Dane), sino también por el aumento de gastos que refuerzan el balance en rojo. ¿Cuáles son tales gastos? En primer lugar, los de la reforma tributaria de Ocampo y Petro de 2022, en la que la tasa efectiva de tributación, de “una firma con un margen cercano al promedio nacional”, entre 7 y 8 por ciento, aumentó del 47,9 al 61,3 por ciento de su renta líquida (Corficolombiana, 2022).
Ecopetrol es caso demostrativo. Los malos resultados en utilidades a septiembre de 2023 se relacionan con que su tasa de tributación subió del 33 al 47 por ciento; para la agricultura quedó fijada en 30,4 y para la industria en 29,4. El desplome del ahorro y la inversión estaba cantado (Corficolombiana, idem).
No fue lo único. Con el voto afirmativo del ministro Ocampo, la Junta Directiva del Banco de la República subió, de agosto de 2022 a abril de 2023, la tasa de interés del 9 al 13,25 por ciento, que arrastró el costo del crédito y el del capital de financiamiento al exorbitante 24,1 por ciento o más (Corficolombiana, idem).
Ricardo Bonilla, por su parte, terminó de empujar el ahorro al despeñadero. A las hazañas tributarias del colega, agregó el alza de la gasolina a motor de $9.000 a $15.000. Constituye la principal contribución positiva, del 55,47 por ciento, al índice de precios al productor (IPP) en octubre de 2023 (Dane). El valor de los combustibles, la tasa de interés y la reforma fiscal se mezclaron en un explosivo coctel contra el crecimiento.
Estas medidas han sido gestadas y aplaudidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). En su visita en el primer semestre de 2023 manifestó, en cuanto a la tributaria, “satisfacción (por) el fuerte ajuste fiscal de 2022” y el “previsto para 2023”, y, ojo, alabó que fuera “más allá de la consolidación requerida por la regla fiscal”. Respecto al precio de la gasolina, reseñó la importancia de “los esfuerzos continuos para eliminar gradualmente los subsidios a los combustibles que causan distorsiones” y elogió, frente a la tasa de interés, “el compromiso de mantener una postura monetaria estricta hasta que las presiones sobre los precios y las expectativas de inflación” desaparezcan (FMI, abril de 2023).
Petro se comprometió en la campaña en 2021 en Washington a cumplir con la cartilla económica del FMI. Si la sigue implantando, como ha hecho, el país va a la recesión, pero si patea la mesa estallaría un volcán.
En el país no se entiende la crisis. Dicen que, si se ejecuta la inversión pública, vendría la salvación o que subir los salarios al 20 por ciento reactivaría la demanda (Orjuela). No es tan fácil, como dice Eduardo Sarmiento el problema es de oferta y para resolverlo urge recuperar el ahorro empresarial.
Exige abaratar el crédito, llevar la tasa de cambio a nivel competitivo y modificar la política de comercio exterior; es decir, cambiar el modelo económico, lo que debió hacerse antes de la tributaria. No ganan los trabajadores con la elevación salarial si, a la vez, no se adoptan esas medidas que devuelvan el ahorro a las empresas, de él dependen el trabajo y la paga, equidad sin crecimiento no es factible.
Columna de opinión tomada de Revista Semana.
Publicada el 1 de diciembre de 2023.